miércoles, 21 de enero de 2009

Dalí: a 20 años del adiós III

Dalí exhibió varias piezas de arte surrealista a través de Europa por el resto de la década. A fines del decenio de 1930, Dalí se estaba cansando de su estilo, y estaba en busca de un nuevo caudal de pensamiento, emoción y genio. Éste vino a él durante otro importante periodo, en los años de 1940 y 1941. En esta época, el matrimonio Dalí viajó de Francia a Estados Unidos, en un vuelo que había sido reservado y pagado por el mismísimo Pablo Picasso. Además, Gala había convencido al artista de que su “gloria surreal era nada”, y por tanto él tenía nuevas metas que alcanzar.

Dalí expresó su intenso deseo de convertirse al estilo clásico –por la influencia que los renacentistas ejercieron sobre él durante una visita a Italia en 1937–, y pronto abrazó un nuevo conjunto de material, técnica artística y genio. Dalí comenzó a enfocarse en temas más tradicionales, tomando un enfoque más objetivo sobre la anterior perspectiva surreal. Tomó entonces referencias más directas de su educación catalana, del catolicismo de su madre, de la sencillez de la vida en la falda de los Pirineos, desde donde se miran las rocas del Mar Mediterráneo.

Además de la pintura, la producción artística de Dalí incluye la escultura, la ilustración de libros –como La Divina Comedia o La Biblia–, diseño de joyería y el teatro. En colaboración con Luis Buñuel, realizó los primeros filmes surrealistas –Un chien andalou (1929) y L’Age d’or (1939)–, y contribuyó con una secuencia en Spellbound (1945) de Alfred Hitchcock. Además, en el ámbito literario, publicó la novela Rostros Ocultos en 1944 y varios volúmenes de autobiografía, entre los que destaca La vida Secreta de Salvador Dalí (1942).


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