Hay algo que es ser regio que a veces alcanzo a vislumbrar, pero a veces no del todo. Pero para mi miopía cultural, siempre cuento con las divertidísimas obras de Mario Cantú, que tienen un estilo muy ácido y divertido de poner en evidencia esas particularidades tan curiosas de la mentalidad regia.
En La Pinche India, una pieza dramática en un acto, el maestro Cantú hace gala de ingenio y cinismo para contarnos cómo sería la vida de una niña-bien-sanpetrina que un día despierta convertida en una indígena. Retratando algunos arquetipos, como los padres y su matrimonio "bien" en donde el marido engaña a la mujer que prefiere evadirse antes que admitir que es miserable, el novio que dice cosas como "te amo, te ves bonita, etcétera" nada más porque son cosas que se dicen, el "naco" que no es indígena sino nada más está prietito, la amiga que está enamorada de ella en secreto, la obra expresa los lugarescomunes y prejuicios que normalmente se tienen en contra de los indígenas, especialmente de las mujeres: que son las "chachas", que son lascivas y mentirosas, que no tienen ambición ni dignidad, que son feas, que son nacas, que sólo sirven para el hogar, y un largo y divertidísimo etcétera.
La Pinche India se presentó anoche como lectura dramatizada en el marco de la 8a Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea en el Teatro de la Ciudad de Monterrey. La protagonista, Morena González, estuvo espectacular, y es muy destacable el trabajo de todo el reparto, porque una lectura dramatizada es mucho más complicada de interpretar porque hay que valerse sólo de la voz y algunas expresiones gestuales para recrear toda la fantasía.
¡Estuvo genial!
Hace 8 años.
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