De aquello que nace en nuestra alma, las pasiones son sin duda de lo más inexplicable y misterioso que existe. Las pasiones, que en sentido estricto están contrapuestas a nuestra voluntad y se expresan siempre de manera que las padecemos, desafían el entendimiento de los filosofos desde que Platón divorciara irremediablemente el alma y el cuerpo, y son gran material para la ficción desde que el hombre se inventa cuentos.
Justamente la pasión es el gran pretexto para esta cinta argentina de Juan José Campanella, que el año pasado ganó el Oscar como mejor película extranjera. Basada en una novela de Eduardo Sacheri, El secreto de sus ojos es un thriller que lleva las pasiones a situaciones límite, al punto de que las líneas divisiorias entre la razón y la locura, el mal y el bien, la justicia y el perjuicio, acaban desdibujándose y perdiéndose.
Benjamín Esposito (Ricardo Darín) es un empleado del sistema de justicia federal, que luego de estar obsesionado por 25 años con un caso no resuelto y con una colega de la que siempre estuvo enamorado en secreto, regresa a Buenos Aires con la intención de poner todo aquello en un libro. Su remembranza nos revela de a poco lo que en una línea uno de los personajes del filme resume maravillosamente: "no podemos escapar de nuestras pasiones". Ya sea una mujer, el alcohol, el hambre de justicia, el amor no realizado o el fútbol, no importa cuánto lo intentemos, parece que las pasiones siempre jugarán en contra nuestra hasta que nos rindan.
Del título, ni les cuento, para que la vean. Pero además de que la dirección y el guión son fantásticos, la música está maravillosa, el final desafía nuestras más tradicionales ideas del bien, y las actuaciones son geniales. ¡Cinco palomitas!
Hace 8 años.