No hay palabras: el productor Jerry Bruckheimer lo ha hecho de nuevo con la que, según dicen, será la última aventura de Jack Sparrow.
Toda la cinta es divertidísima, los efectos son geniales, el final es de moco y baba... ¡Cinco palomitas!
Ayer, para celebrar a mi amiga y colega Lore, nos lanzamos al Vicio, un teatro bar en Coyoacán en donde una compañía de Cabaret presentó esta divertidísima obra. Con las geniales actuaciones de unos chavos muy jóvenes y muy buenos, vestuario genial, y sobre todo atrapando al público con sus ocurrencias (¡¡un amigo disfrutó parte de la función con una 'puta' en el regazo!!), esta obra de Las Reinas Chulas está fenomenal.
Es irresistible que, cuando nos topamos con películas de contenido tan radical, insistamos en pensar qué fue lo que quiso decir el creador, como si no hubiera dicho ya todo lo que tenía que decir, y sólo podría aventurar lo que él me dice a mí. Así que, al lado del hecho de que tiene una realización increíble, la producción se voló la barda por la credibilidad de la ambientación, la fotografía y las tomas largas características de Alfonso Cuarón son geniales, y ni qué decir de las actuaciones de Clive Owen y de Claire-Hope Ashitey, voy a centrarme en algo que me dijo Cuarón con su película.