“Hay que amar a los hombres como son.
No es fácil, pero sólo amar a un pendejo es fácil”.
María Félix
¿Qué tanto puede cambiar tu vida en cuatro meses?
Mucho.
Rubén y yo nos conocimos hace poco más de cuatro meses. Decir que nos conocimos es un decir: más correctamente sería decir que comenzamos a interactuar hace unos cuatro meses. Unos dos meses y medio después lo vi por primera vez en el aeropuerto de Salta, y antes de decirle siquiera “hola”, le di el beso de mi vida. Fue entonces cuando empezamos a vivir juntos.
Por muy romántica que sea la idea, aunque en los hechos lo es, nos saltamos la parte más tradicional de cualquier relación. Sin duda la circunstancia de estar tan lejos lo exigía así, y por otra parte no creo que haya fórmulas para esto del amor. Pero lo que sí es cierto es queRubén y yo nunca fuimos novios. O sea, nunca supe lo que es que me llame para invitarme a cenar, que venga por mí a mi casa, que se despida de mí en la puerta con un beso largo, que me llame al otro día. Nunca sabré, tampoco, lo que es pelearme con él, cerrarle la puerta en la cara, hacernos del rogar un par de días y luego arreglar todo tomando un café. Esa parte de tener una cita y salir como la gente “normal”, sencillamente nos la saltamos.
En lugar de eso, fuimos directamente a la parte en que vivimos juntos. Podemos salir a pasear o algo, pero horas después estamos de vuelta en nuestra realidad doméstica. Y sí, yo sé que no es fácil vivir conmigo, lo sé porque he lidiado conmigo toda mi vida, pero, sépanlo, vivir con él no es un día de campo tampoco. No digo que sea malo o bueno, sencillamente es difícil acomodar las expectativas a la realidad.
Por ejemplo, toda mi vida he dormido con las luces apagadas, en completo silencio y con la puerta cerrada. Lo contrario me dificulta conciliar el sueño. Y el Pinche Rubén suele dejar, lo menos, una luz encendida. Un día, esa luz era la del baño, y, ¡ocurrente yo!, entré y cerré la puerta, y cuando volví a la cama, me llevé la regañiza de mi vida porque casi le da un infarto al despertar y ver todo apagado. ¡Pfff!
Tampoco es muy dado al orden. Vaya, no soy tampoco la más ordenada de la vida, pero hay cosas que no soporto: la cama destendida y los platos sucios, por ejemplo. No hablaré de los platos porque ya todos sabemos que es el talón de Aquiles de Rubén, pero lo de la cama… bueno, no lo he visto hacer ni el intento de tenderla ni una vez.
Como sé que no soy ordenada, trato de no desordenar. Si saco algo de la alacena, vuelvo a meterlo enseguida, para no tropezarme con eso una y otra vez. Rubén no. Puede vaciar la alacena buscando un paquete de pasta y dejar todo fuera hasta que por alguna razón necesita volverlo a guardar, lo cual puede ocurrir entre el día siguiente y nunca, por ejemplo. Y tampoco es que ande yo, como diría mi madre, “alzándole la cola” todo el día, pero sí paso un buen rato recogiendo el desastre que, invariablemente, deja a su paso.
Yo soy muy de llenar mis vacíos. Suelo tener las paredes llenas de fotos, de cuadros, de cosas, porque me gusta mirar a la nada mirando algo. Rubén no. En las paredes hay telarañas y ya, y si tiene cortinas es porque su madre insistió en que era una buena idea tenerlas. Así que me paso buscando cositas que poner aquí y allá para tener algo qué mirar. Hasta cambié la cama de lugar para poder mirar por la ventana, aunque sea, el árbol de aguacates, el gato que pasea por la barda, y el avechucho de pecho naranja que se pasa el día gritando con entusiasmo algo que suena a “¡qué me ves!”.
En fin. Vivir con Rubén no es fácil. Pero en el fondo creo que vivir con alguien, con cualquiera, no es sencillo. Alcanzo a vislumbrar que la clave es comprender que el Pinche Rubén nunca va a ordenar de inmediato todo lo que usa, jamás lavará los platos sino hasta que no tenga otro remedio, ni le va ni le viene si hay algo en las paredes y, definitivamente, no podrá dormir, jamás, con la luz apagada. Y, hasta ahora, creo que sí me da el amor para poder vivir con eso.
3 comments:
Estas probaditas de cotidiano son un deleite.
En mi experiencia... poquis en poquis, uno va soltando y ellos van halando y al final, luego de muchos, muchos parpadeos... comienzan a lavar trastes el día después que aceptamos dormir con toda la casa encendida.
Un beso grande.
"Sí me da el amor para poder vivir con eso" Es de lo más bonito que he leído hace tiempo.
Muack!
Es hermoso nena! me hiciste erizar la piel. Te quiero pincheencanto!
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