lunes, 13 de mayo de 2013

Sentada en la oscuridad


Me duele la espalda y no encuentro cómo amoldar mi cuerpo a la forma de la silla, pero no dejo que la incomodidad me distraiga. Pienso que sé que estoy pensándote, y así se va cualquier otra idea o sensación. Te pienso así, pequeña y anidando en mi vientre. Siento que te mueves: tampoco pareces encontrar una posición cómoda. Pienso en lo que falta para que estés aquí: por un momento me asusto. No te imaginé, pero te soñaba; te deseé tanto que no creí que llegarías. Tampoco pensé que sería ahora ni así, pero supongo que desde ya haces lo que tienes que hacer y no lo que yo quiero. Pienso que no tuve que enseñarte nada para que crecieras así: tú solita lo sabías. Te mueves como asintiendo y sé que, tristemente, vas, vamos a olvidarlo demasiado pronto y yo trataré de enseñarte esas cosas que no sé.