martes, 21 de febrero de 2006

Amor a 250 pesos...

Gracias a Anwar por esta contribución. Los dejo con una entretenida reflexión:

Ayer fui sorprendido por cierta personita que a lo lejos y con voz desaforada me gritaba “¡¡¡Anwar…lo encontré, lo encontré!!!”

Mi primer impulso ante tal escena fue echar a correr y alejarme de aquella mujer que enfundada en pantalones deportivos, tenis y cara lavada (¡¡¡uy!!! ¡¡¡Que miedo!!!) se me acercaba a toda prisa en aras de compartir un secreto que, parecía, era de características bíblicas. Sin embargo, mi curiosidad pudo más que mi sentido común y no tuve otra opción que detener mis pasos y esperar a que ella, mi amiga, me alcanzara para así conocer a ciencia cierta qué era lo que había encontrado.

Con la respiración algo entrecortada y una vez que se pudo asir de mi brazo me dijo “Anwar, le encontré, mejor dicho me encontró, por fin… dame 250 pesos y lo tendrás también”.

Con esta primera frase, pensé “¡¡¡Claro!!! La desesperación ha tomado presa a una más y lo que quiere compartir es su membresía a una Sex Shop llena de cosas que funcionan a base de baterías”.

Pero estaba en un error, lo que ella quería compartir era su membresía no a una Sex Shop, sino a un Club electrónico de personas “solas” que buscan a su media naranja a través de la creación de un perfil que puede ser consultado por otros “solitarios”. Y, según la experiencia de mi amiga, era por demás efectivo: ella ya había sido contactada en por lo menos en cinco ocasiones por hombres de entre 30 y 40 años de importantes responsabilidades empresariales y gubernamentales que anhelaban encontrar a la “damita” de sus sueños; o sea, mi amiga.

No debo negar que con este primer panorama parecía una buena inversión gastar 250 pesos en algo así. Pero luego la cordura, como siempre, me hizo detenerme a pensar lo siguiente: Si son tan buenos partidos como se describen, si son tan atractivos como aparecen en sus fotografías, ¿por qué buscar el amor de forma electrónica y no hacerlo de forma presencial? Digo, no es que tenga nada en contra de la virtualidad, basta el ejemplo de tenerme aquí escribiendo estás líneas para un blog, pero el hecho de buscar el amor de esta manera es algo, para mi poco, usual.

Luego entendí por qué: de los cinco hombres con los que mi amiga había establecido contacto, la mayoría tenía más edad de la que decía, eran divorciados y con hijos, la mujer los había abandonado por razones “aún desconocidas” por ellos o bien, tenían tanto trabajo que sólo podían dedicar 5 minutos diarios al tema del amor y eso, sólo para actualizar su perfil electrónico.

Lo anterior me conduce a la siguiente conclusión: Eso de los perfiles electrónicos es todo un albur: seguramente hay algo bueno al otro lado de la pantalla, y también, y con más generalidad, hay personas que se disfrazan de omisión o falsa exaltación y que esperan, con el mínimo esfuerzo, obtener algo que apela a un gran compromiso: el AMOR.

Así que no tuve de otra más que sonreírle a mi amiga en todo momento y agradecerle compartir su secreto amoroso conmigo. “Será para luego”, le dije. Y sin más seguimos caminando, ella a su cita amorosa con el galán electrónico número seis y yo a mi oficina, reflexionando no tanto ya en el amor electrónico, sino en cómo era posible que mi amiga fuera en pantalones deportivos a una cita.

Ja, así la vida.


Anwar S.