lunes, 21 de junio de 2010

Nine 1/2 Weeks

Hace un par de días vi una entrevista que le hicieron el año pasado a Mickey Rourke. Se mencionó Nine 1/2 weeks como uno de sus mejores trabajos, muy reconocido en el mundo aunque en Estados Unidos nunca ha sido particularmente apreciado. La verdad me despertaron la curiosidad y la conseguí y me llevé una gran sorpresa.

Nine 1/2 Weeks es una película de 1986 del director Adrian Lyne, a quién es más fácil recordar por su siguiente filme, Fatal Attraction. La película, además de Mickey Rourke, cuenta con la actuación de Kim Basinger, y trata de una pareja que se conoce por azar, se enamora, pero de pronto ella descubre que él tiene un lado oscuro verdaderamente oscuro, y aunque ella se da cuenta de que sí le gusta el juego de dominador-dominada, decide finalmente dejarlo.

La película fue una sorpresa por varias cosas: está muy bien ambientada y desarrollada (aunque hay un par de detalles de continuidad), el soundtrack es increíble (y ya no sé si esas rolas se hicieron famosas por la peli o por propio mérito), y las actuaciones de los dos actores son buenísimas.

Pero la más grande sorpresa es que Mickey Rourke era en verdad guapísimo, lo que me lleva a preguntarme ¡¿Qué rayos le pasó?!

De lo mejor de la cinta es que nos enseña la forma más sexy de regalar un chal, la más romántica de regalar un reloj, y la más estúpida de terminar una relación...

Me gustó, me gustó, va al cajón de las pelis sexosas favoritas: cinco palomitas.

viernes, 4 de junio de 2010

Up And Coming 5

Reí, grité, lloré, brinqué, canté, bailé. Fue la mejor experiencia, y lo mejor de todo es que fue compartida: tal vez hubiera sido más cómodo ver la transmisión desde casa, con una copa de vino y un bowl de palomitas, sin estar de pie las casi tres horas de concierto, sin empujones y apachurrones a la salida, sin estar, literalmente, cantando bajo la lluvia, sin el frío, sin la incomodidad, etcétera. Pero la verdad es que había que estar ahí: sentir la energía de toda esa gente que estaba realmente encantada y como hechizada por el gran Beatle, escuchar, aún no puedo superar la impresión, a 55 mil personas coreando las canciones de Paul y de los Beatles, el sólo hecho de saber que él estaba ahí, haciendo lo que hace, a sólo unos metros de distancia, todo eso hicieron que la experiencia valiera la pena.

Paul McCartney lleva haciendo esto toda la vida. Su padre era músico y le insistía en las lecciones de música, aunque él prefería tocar de oído, y desde los 14 años le entró la fiebre de la guitarra junto con toda su generación. Desde que tenía 15 y conoció a John Lennon toca en una banda, y literalmente tiene 53 años haciéndolo, y se nota, cada vez, que lo disfruta, se divierte y además lo hace muy bien. Además, como todos los Beatles, no ha sabido quedarse callado: le resulta imposible hacerse indiferente frente a todo lo que hay que mejorar en el mundo (Los Beatles siempre fueron y serán buena música y la intención de cambiar el mundo). Desde la década de 1990 es un vegetariano convencido y promotor de la causa de los animales no humanos, y se ha convertido en una de las caras más conocidas de PeTA. Uno de sus más recientes proyectos al lado de sus hijas Stella y Mary es Meat Free Monday, que promueve el vegetarianismo de un día, para de apoco tomar conciencia de cómo comer carne afecta nuestro medio ambiente.

Todo lo que tiene que ver con Beatles me encanta, seguramente, insisto, porque en mi otra vida fui una groupie que los siguió y acosó con fervor… bien, la verdad no sé quién fui en mi vida pasada, y no sé por qué su música y su historia son cosas que me mueven fibras profundas, pero lo que sé es que me encanta que tuve la oportunidad, dos veces en la vida, de ver en vivo a Paul McCartney, que es la next-best-thing luego de los Beatles, pero que por mérito propio ha sido de las mejores experiencias de mi vida.

jueves, 3 de junio de 2010

Up And Coming 4

Para cuando los primeros acordes de Venus and Mars se escucharon, la gente ya estaba bastante en ambiente, y escuchar a Paul saludarnos “¡Hola chilangos!” fue llegar al borde de la locura. Se siguió con Jet y luego All my loving y Drive my car, que nos hicieron cantar y gritar a todos. Paul dejó aquel bajo hoffner que es uno mismo con él y se sentó al piano a tocar para nosotros The Long and Winding Road, y Nineteen Hundred And Eighty Five. Antes de empezar con My Love, en una interpretación que de verdad fue única, nos dijo: “Hice esta canción para Linda; hoy la dedico a todos los enamorados”. Para seguir con toda la vibra al tope, Paul nos dijo que estaba encantado con las lucecitas de encendedor que acompañaban el ritmo de su música, e improvisó algo que iba así:



Fue muy impresionante escuchar a unas 55 mil personas corear canciones como Mrs. Vandebilt, Eleanor Rigby, Band on the run, Ob-la-di, Ob-la-da, I’ve just seen a face, Back in the USSR, y tantas otras. Pero hubo tres que fueron mis favoritas: cuando nos contó que, de chiquillos, él y George practicaban una rola de Bach en la que Paul siempre se equivocaba y que acabó convirtiéndose en la intro de Blackbird; cuando sacó un pequeño ukulele rojo y cantó Something para su amigo George, y cuando hiló, como sólo a Paul se le podía haber ocurrido, A Day in the Life con Give peace a chance, y claramente nos acordamos de John, en especial en los años en los que se dedicó con tanto ahínco a promover el alto a la guerra de Vietnam. Aquí una probadita de la que fue de mis favoritas:



El más increíble encore fue sin lugar a dudas Helter Skelter, esa increíble pieza de rock pesado que es emblemática del Álbum Blanco y que provoca brincar y gritar. Memorable.

Mañana: Al final...

miércoles, 2 de junio de 2010

Up And Coming 3

Resulta interesante observar cómo una gran cantidad de gente, reunida en el mismo lugar, con un mismo propósito, se comporta ante un fenómeno. Al menos a mí me parece interesante, y estos momentos antropológicos en donde la oportunidad de observar a la gente en acción son fabulosos, aunque ajenos a todo fin práctico. Por eso no resulta para nada ocioso tirar un par de líneas al respecto, sobre considerando que la ocasión lo ameritaba. Podemos clasificar el comportamiento de la gente así: lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno es que la gente puede entretenerse a sí misma. El Foro ya estaba casi al tope, seguro había gente desde antes que nosotros llegáramos, y cuando al fin nos pusieron música ad hoc, la gente estaba ya lista para empezar, y empezaron a organizar la ola, una y otra vez empezando desde un extremo y yendo hasta el otro, hasta que después de varios intentos lograron que se viera parejita, incitando los gritos y aplausos de todo mundo. Seguro alguien tiene un video por ahí.



Lo malo es que había muchos niños. Digo malo porque a la salida a nosotros, que no somos básicamente pequeños sino todo lo contrario, nos arrastró la marea humana sin control alguno. Como pudimos, a codazos y empujones, logramos zafarnos de la corriente de gente que nos arrastraba justo al lado contrario a dónde teníamos que ir. Imagino que si no fue algo grato para dos personas que están sobre el 1.70 mts, para un niño pequeño de un metro o menos de altura debe haber sido horrible.

Lo feo… en realidad no hubo nada feo. El sonido estaba de diez, el set list fue increíble, la química entre Paul y el público fue maravillosa. Fue una de esas experiencias únicas e irrepetibles que el azar y la fortuna raramente ponen a nuestro alcance…

Mañana: "¡Hola chilangos!"

martes, 1 de junio de 2010

Up And Coming 2

En efecto: lo importante es llegar. No sé exactamente cuál sea la distancia entre la ciudad de México y Monterrey, pero si tuviéramos una unidad de medida adecuada a mi condición de estudihambre, sería más o menos unos cuatro o cinco libros de Gedisa, varios engargolados grandes de copias, dos semanas de chilaquiles de Centrales y uno o dos cartones de cerveza para llevar a casa de alguien a una carne asada. Probablemente exagero, pero el punto es que es verdaderamente una gran inversión, y aunque valió la pena, estaré comiendo frijoles por un mes o algo así, lo cual no es tampoco tan grave considerando que Paul es vegetariano y creo que lo aprobaría. Yo les dije que divago mucho.

Pues bien: armada de mi súper credencial de estudiante hice el viaje que normalmente toma diez horas pero que en esta ocasión fueron doce, desde Monterrey hasta el H Distrito Federal. Pasé todo un día de espera ansiosa hasta que al fin el viernes tomé a mi hermanito el Poyo y nos fuimos a Galerías Coapa. Ah, claro, tuve la precaución de comprar el servicio ticket2ride, que es básicamente un camioncito que te lleva de un centro comercial al Foro de tu evento y de vuelta. Lo hice sobre todo pensando que no iba a tener coche, y que mi hermano iba a bitchear más allá de lo tolerable si le hacía manejar hasta el Foro Sol, además de que es un rollo encontrar estacionamiento y quién sabe a qué hora tendríamos que salir para llegar y, al menos, encontrar lugar.

La verdad salió como que lo mismo. De Galerías Coapa salimos a eso de las cinco y media de la tarde, en unos cinco o seis camioncitos chiquitos e incómodos, pero amarillos y llenos de gente, e hicimos más o menos una hora y media hasta el Foro Sol. El muchacho que cortó nuestros boletos nos dijo que llegaríamos al estacionamiento, y ahí encontraríamos la mercancía pirata oficial del concierto, y que la mercancía oficial a secas estaría al entrar al foro, pero en todo caso nos recomendaba hacer nuestras compras al entrar, porque al salir tendríamos más o menos media hora para llegar de vuelta al camioncito. Hecha la aclaración, pasamos a los puestitos a ver toda clase de camisetas y chácharas, compré una camiseta pirata oficial y entramos.

A esa hora, más o menos las siete de la tarde, estaba aquello bastante vacío. Claro, ya había más de uno que no podía deletrear c-e-r-v-e-z-a, y en el centro del Foro Sol aquello ya parecía comuna hippie, aunque bastante fresa, con un montón de gente sentada en el suelo, bebiendo, hablando y esperado. Claro que ese fue otro motivo de bitcheo para el Poyito: que nos tocó parados, llegamos muy temprano y hacía mucho frío. Con todo y el frío nos compramos unas nieves al razonable precio de veinte pesotes cada una, Poyito comió tacos al pastor y básicamente nos dedicamos a observar cómo aquello, poco a poco, se llenaba de gente. A eso de las nueve menos cuarto, las grandes pantallas laterales del escenario se encendieron y la gente gritó.

El momento había llegado.

Mañana: lo bueno, lo malo, lo feo.