martes, 27 de septiembre de 2011

Soñadores

En un cuaderno de notas que aún no tengo, con una caligrafía que no es la mía pero que no dudo haya salido de mis manos porque nadie se atreve a tocar mis notas, leo este apunte para un cuento, quizá una novela, que nunca voy a escribir:

Hay algo en nosotros, los seres humanos, que nos habita. Algunas tradiciones le llaman alma, otras consciencia, otras mente. Es el puente que une la experiencia sensible con el pensamiento. Si eso, llámese como se llame, trasciende, no tiene por qué reconocer el tiempo ni su flujo, porque el tiempo es la más sensible de todas las experiencias. Si eso, que podemos llamar alma, trasciende, entonces existe la reencarnación, y su migración de una experiencia sensible a otra conserva el eco de otro cuerpo, de otros cuerpos, de otros tiempos, de otros lugares. Si el alma reencarna, es posible que algunos de nosotros vengamos del futuro.


Él era un hombre de ojos verdes y alma vieja. Su voz era pasión y furia. Hablaba de cambiar el mundo. Decía que había que imaginar un mundo mejor para crearlo. Creía que creaba cuando pintaba un mundo en donde no había más diferencias que la capacidad creadora de cada uno de nosotros. Veía un futuro tan claro, tan feliz y tan perteneciente a toda la raza humana, que casi podías habitarlo. Por eso luchaba. Murió el 29 de Agosto de 1970 en Chicago, durante una protesta contra la guerra de Vietnam. Regresó birmana un 19 de junio de 1945.


Si el alma reencarna y ha venido del futuro, sabe qué ha pasado. Sabe que este lugar y este momento son contingentes. Sabe algo que ignoramos. La chispa del futuro en estas almas viajeras sabe. Y cuando en nuestra experiencia sensible algo clama justicia, equidad, tolerancia y cambio, es porque el alma sabe, ha visto, que el mundo puede ser así, porque en otro lugar y otro momento, así es. El alma sabe, el cuerpo responde, y la misión de esa alma en esa vida es proclamarlo por todos los medios posibles. Si el alma futuriza un mundo mejor, es porque lo ha visto. Estas almas no son meros soñadores: son visionarios. La visión del mundo mejor la tienen impresa por toda la eternidad.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Instrucciones para combatir la angustia una tarde de lunes

1. Avise en su casa/trabajo/escuela que va por cigarros.

a. Si usted no fuma, es un excelente momento para comenzar.
b. Si usted fuma, es el peor momento para intentar dejarlo.

2. Suba a su auto.

a. Si usted no tiene auto, pida uno prestado.
b. Si usted no consigue un auto, ríndase: morirá de angustia.

3. Vaya, efectivamente, por cigarros.

4. Encienda uno.

5. Encienda el sonido con una canción de rock particularmente escandalosa. Recomiendo Cryin’ de Aerosmith, pero sólo porque es el CD que está atascado en el aparato de mi auto desde hace meses.

6. Fume y cante y conduzca sin rumbo por un rato.

7. Apasiónese. Que no le dé pena que los transeúntes y otros automovilistas lo miren. Agite la cabeza y las manos. Deje salir toda esa mala energía. Sea explosivo.

8. Vigile su tanque de gasolina. Si usted es como yo y gastó el dinero de la gasolina en cigarros, procure no ir demasiado lejos.

9. Regrese al paso cuatro y repita cuantas veces sea necesario.

10. Usted sabrá que ha concluido el proceso exitosamente cuando:

a. Su angustia haya disminuido notablemente y se sienta aliviado y capaz de volver a su casa/trabajo/escuela sin ganas de estrangular a alguien.
b. Se haya desgañitado por cantar rock y fumar, en cuyo caso, lo que le preocupará ahora será su garganta, lo cual puede ser una nueva fuente de angustia si usted no sabe controlarse.
c. Se le haya acabado la gasolina, en cuyo caso, lo que le preocupará ahora será volver a su casa/trabajo/escuela, lo cual puede ser una nueva fuente de angustia si usted no sabe controlarse.
d. Si ocurriesen b o c, no se apanique. Intente morderse las uñas: suele ser un gran alivio al momento de sentir angustia.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Instrucciones para amar a alguien sin ser correspondido

1. Si ya está enamorado, asegúrese de que el objeto de su afecto:

a. Esté actualmente en otra relación.
b. Esté enamorado de alguien más.
c. No esté interesado en usted.

2. Si no está enamorado, vea las instrucciones para enamorarse y repita el paso 1.

3. Reúna toda la información posible sobre el objeto de su afecto. Pregunte a sus amistades en común sobre sus hábitos y costumbres. Elabore una bitácora sobre lo que hace. Sea meticuloso.

4. Acose al objeto de su afecto. Sígalo a los lugares que frecuenta. Tropiécese con él “accidentalmente”. Asegúrese de que lo sigue en todas las redes sociales. Es indispensable que el objeto de su afecto se sienta hostigado. De lo contrario, usted podría efectivamente despertar su interés y el propósito de todo esto se vería truncado.

5. Durante sus encuentros “accidentales”, no se controle. Sude, tiemble y tartamudee. Que su atracción sea notoria. No oculte sus emociones: el objeto de su afecto puede empezar a enamorarse de usted si nota una pizca de indiferencia.

6. Hágale regalitos, especialmente en su cumpleaños, navidad, día de los enamorados, día de la marmota. Cualquier día es un excelente pretexto. Cerciórese de que el objeto de su afecto no sepa que vienen de usted, pero que lo sospeche. Sea abrumador.

7. Sufra. Haga una lista de canciones tortuosas. Incluya canciones estruendosas y dolorosas como “Creep” y “Cryin’”. Si tiene ánimo tequilero, pruebe con “No me queda más” y “Yo no nací para amar”. Recuerde: sufrir le hará pensar que se merece el amor del objeto de su afecto, lo cual le impedirá desistir en sus afanes.

8. Asegúrese de que ha dejado de dormir y de comer adecuadamente. Es muy importante que su estado físico denote su angustia y deseo no correspondido. De lo contrario, la gente podría sospechar que usted no está lo suficientemente obsesionado.

9. Si el objeto de su afecto llegara a fastidiarse, hará todo lo posible por evitarle a usted. Permítalo. El rechazo agudizará su angustia y sufrimiento y será capaz de prolongarlos por muchos, muchos meses. Incluso años.

10. Si el objeto de su afecto pierde la razón y se enamora de usted, tenga cuidado: muy pronto usted descubrirá que en realidad no era lo que esperaba y le abandonará rápidamente. Recomiéndele entonces las instrucciones para curar el mal de amores, y usted encárguese de pensar muy bien en qué quiere invertir su tiempo y energía la próxima vez que se enamore.

martes, 20 de septiembre de 2011

Instrucciones para curar el mal de amores

*Nota: Si usted no es mujer, probablemente estas instrucciones no le funcionen. Pero no se preocupe: nadie es perfecto.
1. Llore, pero establezca un horario. Es preferible por las noches: las almohadas llenas de lágrimas tienen el efecto de hacerle sentir aún más patético, miserable y absurdo. Procure hacer como que nadie se da cuenta: su familia y amigos se esforzarán por hacer como que no saben que usted lo hace. Sea disciplinado: llorar, como cualquier otro arte, se perfecciona con la práctica.

2. Consiga una amiga que no se canse de escuchar lo maravilloso que es su ex.

3. Hable con ella todas las veces que pueda. Sirve hacerlo vía electrónica, pero es mucho más catártico que ella le vea a usted llorar, gemir, agitar los brazos y hacer gestos. Ensaye antes frente al espejo de ser necesario.

4. Ármese de un litro de helado y unas cuantas películas lacrimógenas. Puede empezar por torturarse con cosas como “The Lake House” o “The Notebook”. Así, el efecto de la culpa, el arrepentimiento, el “por qué a mí no me pasan esas cosas” y el “por qué me dejó si todo era perfecto”, se potencializan. No olvide tener a la mano un pañuelo. Usar kleenex no está en onda y además es poco ecológico.

5. Repita los pasos 3 y 4 hasta que su ex deje de parecerle tan maravilloso.

6. Consiga una amiga que no se canse de escuchar lo desgraciado que es su ex.

7. Hable con ella todas las veces que pueda. Probablemente, su monólogo sea interrumpido por un monólogo muy parecido que su amiga traerá a colación, a propósito de lo desgraciado que es su propio ex. La conversación se convertirá entonces en una lista de las patanadas de las que son capaces los hombres, y surgirá una especie de concurso de “a ver a quién de las dos le ha ido peor”.

8. Ármese de un litro de helado, y unas cuantas películas lacrimógenas. Es indispensable que todas tengan finales anti climáticos, como “The Reader” o “The Bridges of Madison County”. Así, el efecto del rencor, el odio, el “por qué me pasan estas cosas” y el “así de pinche sola me voy a quedar” se magnificará. Tenga además, a la mano, algo suave que pueda aventar. Romper el televisor no es, para nada, recomendable.

9. Repita los pasos 7 y 8 hasta que su ex deje de parecerle tan desgraciado.

10. Una buena mañana, levántese, mírese al espejo y notará los quince kilos de más que ha ganado por comer helado todas las noches, y el rostro demacrado por pasarla llorando y lamentándose por su ex. Se dará cuenta que el tipo no era ni tan maravilloso ni tan desgraciado, y usted podrá retomar su vida normal, lista para empezar de nuevo. (Vea las Instrucciones para enamorarse).

viernes, 16 de septiembre de 2011

El hombre de mis sueños


El hombre de mis sueños casi se ha desvanecido. A él lo había imaginado tanto. Es el hombre que habita los sueños de toda mujer, en lo más profundo y secreto de su corazón. Casi puedo verlo ahora, frente a mí. ¿Qué le diría, si en verdad estuviera aquí? “Perdóname. Nunca había tenido este sentimiento. He vivido sin él toda mi vida. ¿Es de extrañar que no te reconociera, a ti, que me has hecho sentir así por primera vez? ¿Habrá manera de explicarte cómo has cambiado mi vida? ¿Habrá alguna forma de hacerte saber la dulzura que me has dado? Hay tanto que decir y no encuentro las palabras. Salvo estas: te amo”. Eso le diría, si él realmente estuviera aquí.


Monólogo de Elise McKenna en Somewhere in time (1980)
Traducción libre.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Sálvense

Silencio en la calle,
aunque las torretas gritan y deslumbran.
Soldados. Disparos.
Ríos de sangre. Miedo.

Silencio en la plaza,
aunque la gente aúlla y se desborda.
Reclamos. Protestas.
Ríos de palabras. Coraje.

Silencio en la Patria,
aunque nuestros muertos hablan.
“No somos cifras. Somos nombres”.
Ríos de tristeza. Sálvense.

martes, 13 de septiembre de 2011

¿Dónde estás?

“¿Dónde estás?” Me hice esa pregunta tantas veces, aún sin saber quién eras; aún cuando sabía que estabas tan lejos que no podía alcanzarte. Aún cuando eras como una estrella y, desde lejos, me iluminabas el camino hacia ti.

“¿Dónde estás?” Me preguntaba, y cerrando los ojos te imaginaba de pie, tranquilo y pensativo, mirando al mar o quizás a un río. Me acercaba despacito; te abrazaba. Recargaba mi mejilla sobre tu espalda y me apretaba a ti. Sentía como te latía el corazón con fuerza; tus manos buscaban las mías y se estrechaban con calidez. Te oía suspirar. No te muevas, te decía, quédate así sólo un momento más. Es sólo un momento, pero parecen años. Quisiera que fueran años.

“¿Dónde estás?” Ese recuerdo que he creado en mi memoria, aunque falso, me hace estúpidamente feliz. Tal vez nunca había visto tu cara, tal vez nunca había escuchado tu voz, tal vez nunca te había dado ese abrazo. Y sin embargo, eras tú, siempre lo fuiste, y es tan lindo saber que existes.

“¿Dónde estás?” Preguntó mi corazón lleno de angustia tantas veces, preguntó con miedo al pensar que no podía encontrarte. Y un día descubrí que ahí estabas: en esa bufanda que dejé a medio tejer porque el frío me acalambraba las manos; en el rosario de plata que fue lo único que me dejó mi abuelo en espera de esa boda que nunca fue, y que tan fuerte estreché en mis manos rezando por encontrarte; estabas en esas amadas cartas, de desamor y de dolor que eran para nadie; entre las páginas de los poemarios de Sabines y Benedetti; en la copa vacía de un tinto que me tomé contigo sin estar tú aquí.

“¿Dónde estás?” Estas aquí, estás en mí. Estás donde nadie más sabe que te encuentro. Al fin has llegado. Aquí estás. Y la espera valió la pena.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Déjame ser

Me he hecho el hábito de amarte, entre el café de la mañana y nuestra primera canción. Entre los libros de Arendt y de Borges, los muros de la Biblioteca, el almuerzo de las doce y el segundo café del día que todavía hoy me gusta tomar negro.
Ya no me acuerdo cómo era la vida antes de tenerte. ¿Me llamaba así, o me decían de otra manera? Mi nombre, todos mis nombres, sólo hacen sentido si los dices tú.
Y ahora que me he hecho el hábito de amarte, déjame ser la fuerza que te falte, que aunque mis manos son pequeñas, están prestas siempre para ayudarte. Déjame ser tu voz cuando te falte el aire, que aunque a veces puede ser dulce y serena, también sabe gritar, sobre todo cuando grita al viento que te quiero.
Déjame ser tus pasos, y andar de tu mano tus caminos que conozco y amo por tus letras y palabras, que aunque mis pies estén cansados siempre los hallarás dispuestos a seguirte a dónde sea que los tuyos decidan llevarlos.
Déjame ser el aliento si te falta, la fe cuando te falle, la manta que te arrope, el agua que sacie tu sed y el viento que te despeine.
Déjame ser la mujer que te ame, porque, de todas formas, a pesar de todo, ya soy toda tuya.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El once ese



¿Te acuerdas que miramos las pantallas como viendo en el espejo?

Era como en un enorme y perverso juego de ajedrez: las piezas comenzaron a moverse temprano esa mañana. Ocurría lo imposible; hacíamos historia mientras la mirábamos hacerse. Nos envolvía una especie de pánico incrédulo, todo era confusión, ira, llanto, dolor. No había mucho que entender, sólo mirar.

Jaque mate, antes del mediodía. El enemigo que no se podía ver, no se podía tocar, ni se sabía de dónde había salido. Jaque mate. Una bofetada brutal y tajante. Y todos éramos víctimas y testigos, y por un momento éramos uno con los neoyorkinos.

Jaque mate, pero, ¿luego qué? La inquietud de todas las voces, las preguntas en el aire. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Quién está a salvo en este mundo de locos? ¿Qué se puede esperar en este mundo loco? ¿Quién jugaba al ajedrez?

Dentro de un juego retorcido cuyo objetivo se podía vislumbrar, pero que nadie veía claramente, estaba Manhattan bajo el polvo, y entre el polvo el rostro de una niñita oriental, batido de sangre. Gente saltando desde los pisos más altos de las Torres Gemelas. Vuelos comerciales secuestrados y sus pasajeros asesinados a sangre fría. Vidas humanas perdidas.

Ese día, miramos las pantallas y cruzamos el espejo. El futuro, aterrador, estaba ahí. Ahí en el once ese, ese que se recordará por siempre.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Mi regalo de cumpleaños

De las historias que recibí por mi cumpleaños, esta es la que más me gustó. Se las comparto, porque creo que es el tipo de cosas que necesitamos saber y compartir, para que no se pierda nuestra capacidad de hacer algo bueno por los demás. Esta historia, además, fue contagiosa, como podrán ver.


Querida Nadia,

Antes que nada he de contarte que mis mejores amigas, aquellas que se han quedado através del tiempo son de los días 28, al igual que yo. Me siento muy feliz de conocer a una persona que piensa con el corazón como tú.

La buena obra que me inspiraste a hacer fue: juntar útiles escolares para 55 niñas de una casa hogar, ya que como sabemos, los niños son el futuro de este país y si no tienen las herramientas necesarias para enfrentarse al mundo, veo difícil que lo puedan lograr.

Esta labor no la hice yo sola, conté con la colaboracón de mis amigos, de esos que deseas haya muchos para hacer de este mundo un lugar mejor, la idea de ayudar nos motivo mucho, quisiera agradecer a Dafne, Adriana, Dalia, Enrique, Lily, Diana, Elisa, Anna y su novio, y mi mamá, sin ellos no hubiera podido juntar tantas cosas como hubiera querido.

Los útiles ya fueron entregados en la casa hogar el sábado pasado, ésta es la sorpresa que te había prometido, la madre superiora estaba muy agradecida, ya que como sabrás los útiles son muy caros.

Me despido deseandote el mejor de los cumpleaños, que estés llena de amor y de cosas lindas. Te mando un abrazo lleno de mucho cariño y la foto te la debo, sólo tomé una de los primeros cuardernos.

Te quiere Jess y algo más.

¡Gracias por esta linda historia, Jess! ¡Ya va tu regalito en camino!