lunes, 27 de diciembre de 2010

Zapatos

cuando eres joven
un par
de zapatos
femeninos
de tacón alto
inmóviles
solitarios
en el ropero
pueden encender
tus huesos;
cuando estás viejo
son sólo
un par de zapatos
sin
nadie
en ellos
y
también.

Charles Bukowski

miércoles, 20 de octubre de 2010

El secreto de sus ojos

De aquello que nace en nuestra alma, las pasiones son sin duda de lo más inexplicable y misterioso que existe. Las pasiones, que en sentido estricto están contrapuestas a nuestra voluntad y se expresan siempre de manera que las padecemos, desafían el entendimiento de los filosofos desde que Platón divorciara irremediablemente el alma y el cuerpo, y son gran material para la ficción desde que el hombre se inventa cuentos.

Justamente la pasión es el gran pretexto para esta cinta argentina de Juan José Campanella, que el año pasado ganó el Oscar como mejor película extranjera. Basada en una novela de Eduardo Sacheri, El secreto de sus ojos es un thriller que lleva las pasiones a situaciones límite, al punto de que las líneas divisiorias entre la razón y la locura, el mal y el bien, la justicia y el perjuicio, acaban desdibujándose y perdiéndose.

Benjamín Esposito (Ricardo Darín) es un empleado del sistema de justicia federal, que luego de estar obsesionado por 25 años con un caso no resuelto y con una colega de la que siempre estuvo enamorado en secreto, regresa a Buenos Aires con la intención de poner todo aquello en un libro. Su remembranza nos revela de a poco lo que en una línea uno de los personajes del filme resume maravillosamente: "no podemos escapar de nuestras pasiones". Ya sea una mujer, el alcohol, el hambre de justicia, el amor no realizado o el fútbol, no importa cuánto lo intentemos, parece que las pasiones siempre jugarán en contra nuestra hasta que nos rindan.

Del título, ni les cuento, para que la vean. Pero además de que la dirección y el guión son fantásticos, la música está maravillosa, el final desafía nuestras más tradicionales ideas del bien, y las actuaciones son geniales. ¡Cinco palomitas!

jueves, 7 de octubre de 2010

Todavía tener esperanza...

Ayer, después de unos días muy intensos en los que la violencia se ha apoderado de Monterrey, y de enterarnos que la cuenta de víctimas civiles se incrementa a la par que las autoridades en el Estado de Nuevo León hacen gala de incapacidad, me fui a la cama y por alguna razón pensé en Columbine...

Se acordarán de esa tristemente célebre prepa gringa en donde una maestra y once de sus alumnos fueron asesinados por 2 muchachos muy perturbados. Alguien incluso ya se hizo rico haciendo una película al respecto. La llamada "Masacre de Columbine" ocurrió un día cualquiera, de esos que ahora nos sobran en este país, un el 20 de abril de 1999.

Me acordé de Columbine pensando en Lucila Quintanilla, la joven de 21 años que ayer por la tarde caminaba en las calles del centro de Monterrey y murió mientras hablaba por el celular con su novio. Murió un día cualquiera, haciendo una cosa cualquiera, quizá totalmente de imprevisto.

Cuando estudiaba en la University of Wisconsin Eau Claire, el papá de una de las víctimas de Columbine, Rachel Scott, fue a darnos una plática.

Rachel Scott tenía 17 años cuando murió en Columbine. Estaba por entrar a las instalaciones de su escuela cuando recibió tres balazos.

Su padre tenía por entonces, 2002, un par de años dando esa misma plática en prepas y universidades de todo Estados Unidos. Su mensaje era muy simple: "Rachel murió para que yo pudiera venir a hablarles de Columbine el día de hoy". Nos dijo: "Rachel sabía que su vida sería breve, de ello dan cuenta sus diarios y notas. Pero sabía que su muerte sería significativa".

Rachel escribió en su diario, el diario que tenía con ella cuando murió, "I won't be labeled as average", porque sabía que de alguna manera su vida trascendería su muerte. Ella hablaba de autenticidad, de vivir una vida significativa, aunque estuvieras destinado a tener una muerte más significativa todavía. Ella decía:

"Don't let your character get camoflaged with your environment. Find who you are and let it stay in its true colors."

Pienso en el padre de Rachel, y en su madre, que mantiene un sitio web dedicado a la memoria de su hija. Y pienso que no hay palabras que describan el dolor de perder un hijo.Recuerdo la enseñanza de un profesor de filosofía: si mueren tus padres, eres huérfano; si muere tu esposa o esposo, eres viudo o viuda. ¿Cómo llamas a quien ha perdido un hijo? No hay palabra, ni consuelo posible. Es el terreno de lo innombrable, más allá de toda expresión en el lenguaje común.

Me admira la determinación del padre de Rachel Scott. Reconocer que la muerte de tu hijo sirvió a un propósito más grande no puede ser fácil. Y pienso en los padres de Lucila, de Jorge, de Javier y de tantos otros inocentes que han dado su vida, sin quererlo, por México.

Y quizá tengo la esperanza de que también ellos han muerto por un propósito mayor.

Para Lucilla Quintanilla, QEPD

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Poema en dos imágenes. La segunda

La Patria que en el agua de tus ojos
se desnudó, no tiene sino esa misma imagen.
Entrañas opulentas que el extranjero
saqueó durante cuatro siglos .
Las dos costas desnudan su belleza
y la alegría tropical y el aire
que libera sentidos y razones
dan al sexo jaguares, girasoles.
Plataformas centrales
construidas a la altura de las águilas
ponen fuego a la luz y el cielo crece.
El hombre-campo guarda un dejo de pirámide
aun cuando su pobreza
arrincona inconsciente una sonrisa.
Las lenguas poesía milenaria
dicen lo necesario, sobreviven.
La Patria necesita hombres más hombres
que le hagan ver la tarde sin tristeza.
Hay tanto y lo que hay es para pocos.
Se olvida que la Patria es para todos.
Si el genio y la belleza entre nosotros
fue tanto y natural,
que el recuerdo del hombre de otros días
nos comprometa para ser mejores.
La Patria debe ser nuestra alegría
y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros.
Es difícil ser buenos.
Hay que ser héroes de nosotros mismos.
Conversamos, Ramón, a piedra y lodo.
Es el barco que habla por lo que fue en la mano
de quien nos hizo enteros.
Víspera de tu ausencia
te fuimos a llevar una magnolia
a tu cuarto de agonía,
mis amigos y yo.
Hoy hace cincuenta años
que eres más joven.
Flor y canto en los labios deste día,
en los labios de México,
en todo el corazón de nuestros labios.

Carlos Pellicer

martes, 17 de agosto de 2010

¿Puede o no puede frustrarse la esperanza?

“Todo tiene su tiempo
y todo lo que se quiere
debajo del cielo tiene su hora:
tiempo de nacer y tiempo de morir…”
Eclesiastés 3:1

Jennifer yace en la camilla de una ambulancia, y suelta su último aliento. Lo que muere con ella primero es su cerebro, esa magnífica obra de la evolución que ha sido capaz de dejarla ser ella, de conocer y de vivir por espacio de 26 años. Las células de su cerebro son incapaces de producir y almacenar energía para mantenerse vivas y por eso se han ido con ella, menos de quince minutos después del cese de su respiración.

Jennifer ya no está ahí, y el resto de sus órganos ha entrado en un estado de alerta. Ignoran lo que ha pasado, pero cada una de sus células se enfrenta a una decisión de vida o muerte. Vivir para sí, para el órgano individual al cual pertenecen, o morir para todos, para el organismo que les ha dado cobijo durante toda su vida. De cara a esta difícil situación, siempre triunfa la esperanza: poco a poco las células de sus órganos blandos –riñones, hígado, bazo– deciden suicidarse. Deciden que es mejor no seguir consumiendo recursos –azúcar, energía y oxígeno–, que pueden ser necesarios para otros órganos, para mantener vivo a todo el organismo (Dvorkin, M A; D. P. Cardinali, 2003, págs. 804, 805). Es una esperanza fundada: reconocen que todavía existe la oportunidad de sobrevivir, hasta que esta esperanza se frustra con la muerte inminente de todo el organismo que les da cobijo.

El fenómeno de la apoptosis, es decir, el suicidio celular que acontece cuando un ser vivo perece, da parte de una realidad físico-químico-biológica, y sin embargo, es muestra de que la esperanza fundada es, por extensión, fundamental al ser humano complejo que vive, piensa, es y produce su vida diaria. La diferencia fundamental entre apoptosis y necrosis – la muerte celular – es que en la necrosis las células se destruyen, liberando todos sus contenidos y propiciando inflamación y propagación del daño, como sucede en una infección. Durante la apoptosis, la célula más bien se secciona en cápsulas que son procesadas por el sistema inmune, evitando propagar los daños a su ambiente: es un suicidio premeditado, ordenado y limpio (Dvorkin, M A; D. P. Cardinali, 2003, pág. 1094). En términos morinianos es parte de los principios de todo sistema complejo: admitir la interdependencia del sistema con su ambiente, pero también reconocer que el todo está en la parte que está en el todo, y todo el sistema comparte las características suficientes para explicarnos al todo y a las partes (Morin, 2006, pág. 87). El ser humano es las células que lo forman, y las células son como el ser humano al que dan vida. Así, con ellas compartimos la esperanza.

Ante todo, la esperanza debe ser entendida como posibilidad. En términos del filósofo Ernst Bloch, esto significa que no está anclada a los castillos en el aire, a esperar en términos de ensoñaciones irrealizables y auténticamente frustrables, sino a la sesuda consideración de las posibilidades concretas, de las tendencias identificables, de la posibilidad de que ocurra lo imposible dentro de lo posible (Bloch, 2007, pág. 170). Frente al wishful thinking, las falsas expectativas y el autoengaño, la esperanza fundada, motor físico-bio-antropológico de la vida humana, es ante todo creadora en el más puro sentido sartreano de proyectar el ser hacia el futuro (Sartre, 2007, págs. 139-143), pero también es frustrable, porque al abrirse hacia ese futuro, apunta a lo modificable, a lo no dado, a lo “todavía no”, a la falta de certeza, a la apuesta decisoria entre el ser y el puede ser que podría no concretarse. Y parece que la esperanza es además una decisión individual, autónoma y personal. Así se entiende, por ejemplo, la difícil valoración de esperanza que debe hacer un médico de emergencias antes de resucitar a un paciente: “para mucha gente, el último latido de su corazón debe ser el último latido de su corazón” (American Heart Association, 2000).

La esperanza es frustrable, de lo contrario no es esperanza (Bloch, 2007, pág. 167), sentencia el gran estudioso de la utopía en el pensamiento occidental. De nuevo parece un juego al que nuestro “yo”, encerrado en nuestros organismos biológicos y al mismo tiempo libre para pasearse entre el pasado y el futuro, se presta necesariamente, porque “no sólo donde hay peligro surge la salvación, si no también… donde hay un salvador allí crece también el peligro” (Bloch, 2007, pág. 172). La esperanza es recursiva: reconoce desde el hoy que el futuro puede ser distinto, y mira en el pasado las posibilidades hoy realizadas que lanza al porvenir. La esperanza fundada es además la herramienta bio-psicológica que nos ayuda a trascender; por eso el mundo es el laboratorio de la posible salvación (Bloch, 2007, pág. 172).

Jennifer[1] falleció el día de hoy, hace cuatro años. Su vida breve fue toda ella testimonio de esperanza: esperanza de ser mejor, de lograr el éxito, de cambiar a este país al que verdaderamente amaba, esperanza de ser mamá y esposa. Fue esperanza fundada, no sólo por el hecho de que se frustró aquel 17 de agosto en que perdió la vida, sino porque estaba anclada en las posibilidades de que esa mujer inteligente y capaz podría haber visto realizadas. Y como podemos vislumbrar, hasta en los momentos más definitivos, incluso nuestras propias células, artífices de nuestra vida, tienen esperanza.

[1] Jennifer García Herreros nació el 14 de febrero de 1980. Estudió la licenciatura en Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, obteniendo el mejor promedio de la generación en la División de Humanidades y Ciencias Sociales. Junto con esta distinción, recibió una beca para realizar sus estudios de Doctorado en esa institución, así como la oportunidad de colaborar en el proyecto educativo del Tecnológico en Campus Ciudad de México y Campus Santa Fe. Falleció en un accidente automovilístico el 17 de Agosto de 2006. Le sobrevive su familia, sus maestros y amigos, y toda la generación 2004 de LRI, LMI y LPL.

Bibliografía
American Heart Association. (2000). International Guidelines 2000 for CPR and ECC. Circulation , 102:I-1-I-11.
Bloch, E. (2007). ¿Puede frustrase la esperanza? En C. Gómez, Doce textos fundamentales de la ética del siglo XX (pp. 165-173). Madrid: Alianza Editorial.
Dvorkin, M A; D. P. Cardinali. (2003). Best & Taylor. Bases Fisiológicas de la Práctica Médica. Buenos Aires: Editorial Médica Panamericana.
Morin, E. (2006). El Método 4. Las ideas. Madrid: Ediciones Cátedra.
Sartre, J.-P. (2007). El existencialismo es un humanismo. En C. Gómez, Doce textos fundamentales de la ética del siglo XX (pp. 134-162). Madrid: Alianza Editorial.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Hanover Street

Creo que todos estamos de acuerdo que Harrison Ford nunca pasará a la historia como el galán de galanes, porque en realidad su carrera se ha consolidado gracias a personajes de acción como Han Solo, Jack Ryan o Indiana Jones. Pero la verdad es que hubo una vez que este gran actor de grandes y lindos ojos castaños fue el galanazo protagonista de una bellísima historia de amor.

Hanover Street es una historia ambientada en el Londres de la segunda guerra mundial, e involucra un triángulo amoroso entre un piloto estadounidense (Ford), una enfermera voluntaria inglesa (Lesley-Anne Down) y su marido, un burócrata del servicio de inteligencia (Christopher Plummer). Si bien el tema puede parecernos a todos muy familiar, y aunque no le llega ni a los talones a la amada Casablanca, la historia escrita y dirigida por Peter Hyams (más conocido por su trabajo en 2010: The Year we made Contact), tiene excelentes actuaciones, buena ambientación y una música para rasgarse las vestiduras.

Aunque siempre preferiré a Ford de sombrero y con el látigo (prrr, prrr, prrr), en esta película de 1979 está excelente, su interpretación te toca el corazón y al final seguro necesitarás un pañuelo.

Cuatro palomitas.

lunes, 19 de julio de 2010

Amelia

Antes de las feministas, los bra-burnings y la píldora, existió una mujer que decidió tomar las riendas de su vida y hacer lo que soñaba... se llama Amelia Earhart, la mujer pionera de la aviación estadounidense, que entre sus hazañas suma el haber sido la primera mujer que cruzaba el Atlántico en avión allá en 1928.

Mira Nair, a quién tengo muy fresca en la mente por una excelente cinta sobre el multiculturalismo en Estados Unidos llamada Mississippi Masala, fue la encargada de llevar a la pantalla la cinta que narra la historia de Amelia, sus aventuras como piloto, sus amores y pasiones. La cinta está bien ambientada, tiene una producción excelsa, la música es fenomenal y en general el ritmo de historia es increíble. A pesar de que ya sabemos que la historia termina con el extravío de Amelia en el Pacífico cuando estaba a punto de ser el primer ser humano en dar la vuelta al mundo en avión, no le faltan sobresaltos y emociones a esta película.

Por supuesto, sólo Hilary Swank podía ser capaz de darle tanta vida y pasión a este personaje, y para acompañarla tuvo nada menos que a Richard Gere, que no ha dejado de ser encantador, en el papel de George Putnam, su esposo y cómplice. El contrapunto es el siempre bello Ewan McGregor, que interpreta a Gene Vidal, amigo y amante de la aviadora.

¡Cinco palomitas!

martes, 6 de julio de 2010

(500) Days of Summer

Desde que Joseph Gordon-Levitt apareció en 3rd Rock from the Sun, se me hizo un escuincle encantador, y el tiempo viene a confirmarlo felizmente en esta cinta de Marc Webb, un novato director que suma a su elenco a la linda Zooey Deschanel (The Hitchhiker's Guide to the Galax) y nos cuenta esta historia de no-amor que es divertidísima y muy aleccionadora.

El punto de (500) Days of Summer (y quí hay que decir que me la recomendaron en una charla de café entre puras chicas) es que por regla general, en el amor siempre hay expectativas, y si no son compartidas, entonces irremediablemente uno se dirige al fracaso.

Por lo demás, el soudtrack es genial, la cinta tiene sus puntos comiquísimos y la química entre los dos personajes es increíble. Pero ojo, es sólo apta para quienes se han enamorado sólos alguna vez.

Cinco palomitas.

lunes, 21 de junio de 2010

Nine 1/2 Weeks

Hace un par de días vi una entrevista que le hicieron el año pasado a Mickey Rourke. Se mencionó Nine 1/2 weeks como uno de sus mejores trabajos, muy reconocido en el mundo aunque en Estados Unidos nunca ha sido particularmente apreciado. La verdad me despertaron la curiosidad y la conseguí y me llevé una gran sorpresa.

Nine 1/2 Weeks es una película de 1986 del director Adrian Lyne, a quién es más fácil recordar por su siguiente filme, Fatal Attraction. La película, además de Mickey Rourke, cuenta con la actuación de Kim Basinger, y trata de una pareja que se conoce por azar, se enamora, pero de pronto ella descubre que él tiene un lado oscuro verdaderamente oscuro, y aunque ella se da cuenta de que sí le gusta el juego de dominador-dominada, decide finalmente dejarlo.

La película fue una sorpresa por varias cosas: está muy bien ambientada y desarrollada (aunque hay un par de detalles de continuidad), el soundtrack es increíble (y ya no sé si esas rolas se hicieron famosas por la peli o por propio mérito), y las actuaciones de los dos actores son buenísimas.

Pero la más grande sorpresa es que Mickey Rourke era en verdad guapísimo, lo que me lleva a preguntarme ¡¿Qué rayos le pasó?!

De lo mejor de la cinta es que nos enseña la forma más sexy de regalar un chal, la más romántica de regalar un reloj, y la más estúpida de terminar una relación...

Me gustó, me gustó, va al cajón de las pelis sexosas favoritas: cinco palomitas.

viernes, 4 de junio de 2010

Up And Coming 5

Reí, grité, lloré, brinqué, canté, bailé. Fue la mejor experiencia, y lo mejor de todo es que fue compartida: tal vez hubiera sido más cómodo ver la transmisión desde casa, con una copa de vino y un bowl de palomitas, sin estar de pie las casi tres horas de concierto, sin empujones y apachurrones a la salida, sin estar, literalmente, cantando bajo la lluvia, sin el frío, sin la incomodidad, etcétera. Pero la verdad es que había que estar ahí: sentir la energía de toda esa gente que estaba realmente encantada y como hechizada por el gran Beatle, escuchar, aún no puedo superar la impresión, a 55 mil personas coreando las canciones de Paul y de los Beatles, el sólo hecho de saber que él estaba ahí, haciendo lo que hace, a sólo unos metros de distancia, todo eso hicieron que la experiencia valiera la pena.

Paul McCartney lleva haciendo esto toda la vida. Su padre era músico y le insistía en las lecciones de música, aunque él prefería tocar de oído, y desde los 14 años le entró la fiebre de la guitarra junto con toda su generación. Desde que tenía 15 y conoció a John Lennon toca en una banda, y literalmente tiene 53 años haciéndolo, y se nota, cada vez, que lo disfruta, se divierte y además lo hace muy bien. Además, como todos los Beatles, no ha sabido quedarse callado: le resulta imposible hacerse indiferente frente a todo lo que hay que mejorar en el mundo (Los Beatles siempre fueron y serán buena música y la intención de cambiar el mundo). Desde la década de 1990 es un vegetariano convencido y promotor de la causa de los animales no humanos, y se ha convertido en una de las caras más conocidas de PeTA. Uno de sus más recientes proyectos al lado de sus hijas Stella y Mary es Meat Free Monday, que promueve el vegetarianismo de un día, para de apoco tomar conciencia de cómo comer carne afecta nuestro medio ambiente.

Todo lo que tiene que ver con Beatles me encanta, seguramente, insisto, porque en mi otra vida fui una groupie que los siguió y acosó con fervor… bien, la verdad no sé quién fui en mi vida pasada, y no sé por qué su música y su historia son cosas que me mueven fibras profundas, pero lo que sé es que me encanta que tuve la oportunidad, dos veces en la vida, de ver en vivo a Paul McCartney, que es la next-best-thing luego de los Beatles, pero que por mérito propio ha sido de las mejores experiencias de mi vida.

jueves, 3 de junio de 2010

Up And Coming 4

Para cuando los primeros acordes de Venus and Mars se escucharon, la gente ya estaba bastante en ambiente, y escuchar a Paul saludarnos “¡Hola chilangos!” fue llegar al borde de la locura. Se siguió con Jet y luego All my loving y Drive my car, que nos hicieron cantar y gritar a todos. Paul dejó aquel bajo hoffner que es uno mismo con él y se sentó al piano a tocar para nosotros The Long and Winding Road, y Nineteen Hundred And Eighty Five. Antes de empezar con My Love, en una interpretación que de verdad fue única, nos dijo: “Hice esta canción para Linda; hoy la dedico a todos los enamorados”. Para seguir con toda la vibra al tope, Paul nos dijo que estaba encantado con las lucecitas de encendedor que acompañaban el ritmo de su música, e improvisó algo que iba así:



Fue muy impresionante escuchar a unas 55 mil personas corear canciones como Mrs. Vandebilt, Eleanor Rigby, Band on the run, Ob-la-di, Ob-la-da, I’ve just seen a face, Back in the USSR, y tantas otras. Pero hubo tres que fueron mis favoritas: cuando nos contó que, de chiquillos, él y George practicaban una rola de Bach en la que Paul siempre se equivocaba y que acabó convirtiéndose en la intro de Blackbird; cuando sacó un pequeño ukulele rojo y cantó Something para su amigo George, y cuando hiló, como sólo a Paul se le podía haber ocurrido, A Day in the Life con Give peace a chance, y claramente nos acordamos de John, en especial en los años en los que se dedicó con tanto ahínco a promover el alto a la guerra de Vietnam. Aquí una probadita de la que fue de mis favoritas:



El más increíble encore fue sin lugar a dudas Helter Skelter, esa increíble pieza de rock pesado que es emblemática del Álbum Blanco y que provoca brincar y gritar. Memorable.

Mañana: Al final...

miércoles, 2 de junio de 2010

Up And Coming 3

Resulta interesante observar cómo una gran cantidad de gente, reunida en el mismo lugar, con un mismo propósito, se comporta ante un fenómeno. Al menos a mí me parece interesante, y estos momentos antropológicos en donde la oportunidad de observar a la gente en acción son fabulosos, aunque ajenos a todo fin práctico. Por eso no resulta para nada ocioso tirar un par de líneas al respecto, sobre considerando que la ocasión lo ameritaba. Podemos clasificar el comportamiento de la gente así: lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno es que la gente puede entretenerse a sí misma. El Foro ya estaba casi al tope, seguro había gente desde antes que nosotros llegáramos, y cuando al fin nos pusieron música ad hoc, la gente estaba ya lista para empezar, y empezaron a organizar la ola, una y otra vez empezando desde un extremo y yendo hasta el otro, hasta que después de varios intentos lograron que se viera parejita, incitando los gritos y aplausos de todo mundo. Seguro alguien tiene un video por ahí.



Lo malo es que había muchos niños. Digo malo porque a la salida a nosotros, que no somos básicamente pequeños sino todo lo contrario, nos arrastró la marea humana sin control alguno. Como pudimos, a codazos y empujones, logramos zafarnos de la corriente de gente que nos arrastraba justo al lado contrario a dónde teníamos que ir. Imagino que si no fue algo grato para dos personas que están sobre el 1.70 mts, para un niño pequeño de un metro o menos de altura debe haber sido horrible.

Lo feo… en realidad no hubo nada feo. El sonido estaba de diez, el set list fue increíble, la química entre Paul y el público fue maravillosa. Fue una de esas experiencias únicas e irrepetibles que el azar y la fortuna raramente ponen a nuestro alcance…

Mañana: "¡Hola chilangos!"

martes, 1 de junio de 2010

Up And Coming 2

En efecto: lo importante es llegar. No sé exactamente cuál sea la distancia entre la ciudad de México y Monterrey, pero si tuviéramos una unidad de medida adecuada a mi condición de estudihambre, sería más o menos unos cuatro o cinco libros de Gedisa, varios engargolados grandes de copias, dos semanas de chilaquiles de Centrales y uno o dos cartones de cerveza para llevar a casa de alguien a una carne asada. Probablemente exagero, pero el punto es que es verdaderamente una gran inversión, y aunque valió la pena, estaré comiendo frijoles por un mes o algo así, lo cual no es tampoco tan grave considerando que Paul es vegetariano y creo que lo aprobaría. Yo les dije que divago mucho.

Pues bien: armada de mi súper credencial de estudiante hice el viaje que normalmente toma diez horas pero que en esta ocasión fueron doce, desde Monterrey hasta el H Distrito Federal. Pasé todo un día de espera ansiosa hasta que al fin el viernes tomé a mi hermanito el Poyo y nos fuimos a Galerías Coapa. Ah, claro, tuve la precaución de comprar el servicio ticket2ride, que es básicamente un camioncito que te lleva de un centro comercial al Foro de tu evento y de vuelta. Lo hice sobre todo pensando que no iba a tener coche, y que mi hermano iba a bitchear más allá de lo tolerable si le hacía manejar hasta el Foro Sol, además de que es un rollo encontrar estacionamiento y quién sabe a qué hora tendríamos que salir para llegar y, al menos, encontrar lugar.

La verdad salió como que lo mismo. De Galerías Coapa salimos a eso de las cinco y media de la tarde, en unos cinco o seis camioncitos chiquitos e incómodos, pero amarillos y llenos de gente, e hicimos más o menos una hora y media hasta el Foro Sol. El muchacho que cortó nuestros boletos nos dijo que llegaríamos al estacionamiento, y ahí encontraríamos la mercancía pirata oficial del concierto, y que la mercancía oficial a secas estaría al entrar al foro, pero en todo caso nos recomendaba hacer nuestras compras al entrar, porque al salir tendríamos más o menos media hora para llegar de vuelta al camioncito. Hecha la aclaración, pasamos a los puestitos a ver toda clase de camisetas y chácharas, compré una camiseta pirata oficial y entramos.

A esa hora, más o menos las siete de la tarde, estaba aquello bastante vacío. Claro, ya había más de uno que no podía deletrear c-e-r-v-e-z-a, y en el centro del Foro Sol aquello ya parecía comuna hippie, aunque bastante fresa, con un montón de gente sentada en el suelo, bebiendo, hablando y esperado. Claro que ese fue otro motivo de bitcheo para el Poyito: que nos tocó parados, llegamos muy temprano y hacía mucho frío. Con todo y el frío nos compramos unas nieves al razonable precio de veinte pesotes cada una, Poyito comió tacos al pastor y básicamente nos dedicamos a observar cómo aquello, poco a poco, se llenaba de gente. A eso de las nueve menos cuarto, las grandes pantallas laterales del escenario se encendieron y la gente gritó.

El momento había llegado.

Mañana: lo bueno, lo malo, lo feo.

lunes, 31 de mayo de 2010

Up And Coming 1

Era el 27 de Noviembre de 1993, y ahí estábamos una querida amiga y yo, con apenas 14 años, brincando, bailando, llorando y gritando entre un montón de gente bastante más mayor que nos miraba con extrañeza, no sé si porque estábamos emocionadas hasta las lágrimas, porque nos sabíamos todas las rolas o porque no se esperaban que dos chamacas se apersonaran al segundo concierto que Paul McCartney ofrecía en México. Recuerdo la ocasión porque fue el primer concierto de rock al que fui, fue la primera vez que estuve en el Foro Sol (luego de un rato estos lugares se convierten en amigos cercanos), y fue la primera vez que vi a Paul, que es y sigue siendo la next-best-thing después de un concierto de los Beatles al cual sólo en una vida pasada, donde seguro fui una insistente y obsesiva groupie, podría haber ido.

La verdad, con ese antecedente, y el hecho de que he dedicado más de media vida a coleccionar cualquier cantidad de chácharas, discos, libros y rarezas de los Beatles, no me quería perder la visita de Paul (hay quien insiste en llamarlo Sir Paul; pero como ya tenemos muchos años de conocernos, yo le digo Paul a secas…), y ahí estuve pegada del ticketmaster para la primera preventa de Banamex. Mala cosa que la tarjeta que me prestaron, porque no tengo de este H banco, no pasaba y no pasaba y no pasaba. Después de un rato me rendí, y me propuse estar atenta para la venta general, lo cual es en realidad muy meritorio considerando la cantidad de tiempo ocioso que no tengo y la facilidad con la que me distraigo con cualquier cosa.

La venta general llegó y pasó y faltaban como dos semanas para el concierto y yo seguía sin boletos, con una sensación de amargura y rencor contra-quien-corresponda porque cómo es posible que se acaben los boletos en tan poco tiempo y yo no vaya a ir a ver a Paul. Mastiqué mi mala leche un par de días, hasta que finalmente abracé la resignación, junto con una botella de tinto y el tiempo suficiente para echarme sobre mi espalda a ver Anthology de principio a fin. Cuando acabó, yo tenía la sensación de ser víctima de una gran injusticia: si alguien se merecía ver a Paul, ese alguien era yo (Cu-cú, Cu-cú, Cu-cú… no, no es que se me boten las cabras, era mi groupie interior clamando atención).

La noche siguiente curioseaba por las páginas (de Internet) de un diario, tratando de averiguar si Cerati vivía o moría (lo cual, por cierto, me lleva a otra historia del Foro Sol que no debería contar ahora ni nunca: la historia de cómo no vimos a Soda…), cuando vi una nota sobre el concierto de Paul: al parecer había más boletos. Regresé a ticketmaster a toda prisa a tratar de comprar lo que fuera… y luego de una lucha cuerpo a cuerpo con la página, mi cartera, el buscador de boletos y mi hermano que se chupa toda la banda ancha… se escucharon mis gritos de emoción más o menos a dos kilómetros a la redonda, para gran consternación de mis vecinos, claro está.

Tenía mis boletos para el Up And Coming Tour, 28 de mayo de 2010.

Mañana: el problema es llegar...

miércoles, 26 de mayo de 2010

Lost


Luego de tantos años y seis temporadas, Lost ha llegado a su fin. El capítulo final de dos horas y media fue realmente sólo para fans, y tal vez desconcertó a más de uno, pero en la lógica de "todo vale" y "nada es lo que parece" a la que nos tiene acostumbrados esta serie, le hizo honor a toda la historia.

Lost es una serie paradigmática por muchas cosas: presentaba personajes llenos de luces y sombras, locaciones y producción de película, una historia pensada alrededor de la física, la filosofía y la mitología, y además con un "plan de vuelo" que evitó que se extendiera por años y años desviándose de su propósito original.

Fue un gran final. Dejó tanto a la imaginación que uno queda con la sensación de que tendría que haber algo más, pero le dió un cierre tan lindo a tantas cosas que más bien lo que quedó entre líneas es preferible inventárselo uno mismo.

Definitivamente me conseguiré la serie completa para verla en santa paz.

Por cierto: AXN se "saltó" el penúltimo capítulo... seguro para evitar que sus ratings sufrieran por el "tráfico" de torrents...

jueves, 20 de mayo de 2010

Clash of the Titans

Parece que los personajes que interpreta Sam Worthington tienen siempre problemas con la autoridad que los creó: en Terminator Salvation, ayuda a los rebeldes a destruir a las máquinas que han dominado el mundo; en Avatar, se levanta en contra nada menos que la raza humana que le ha permitido tener un nuevo cuerpo; y en Clash of the Titans es nada menos que Perseo, el semidios griego que se enfrenta a su padre, el mismísimo Zeus.

La película en cuestión es un remake de la cinta homónima de 1981... no la tengo de referente (no la ví), pero la nueva versión me pareció entretenida, llena de acción y buenos efectos, aunque lo mejor de todo son las escenas de combate en donde Perseo y sus muchachos se enfretan a todo tipo de criaturas mitológicas, inclusive la misma Medusa.

Lo más destacable de la cinta es sin duda su protagonista, que se ha convertido rápidamente en uno de los héores de acción más reconocidos, ahora que estrellas como Brad Pitt y Gerard Butler llegaron a los cuarenta y han dejado los atuendos provocadores y las espadas por roles más serios o, al menos, más de "guy next door".

No es la película del año, pero a mí me pareció entretenida. Cuatro palomitas.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Ironman 2

Parece que Robert Downey Jr. nació para ser Tony Stark. La arrogancia, el encanto y la vibra donjuanezca de este personaje le van al actor como anillo al dedo, y ciertamente su interpretación de hace dos años, y su sorpresiva aparición al final de The Incredible Hulk, ya anunciaban que una secuela estaba por venir.

En Ironman 2 no sobran los efectos impresionantes al cobijo de una historia bien llevada, entretenida, y como es de esperar en las creaciones de Stan Lee, llena de mucha acción y aventura. Y en esta entrega, la película termina siendo una historia de amor entre Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), y el héroe de la cinta, aunque es de esas relaciones pasivo-agresivas que a veces es difícil sugerir a la audiencia. También me gustó Don Cheadle haciendo mancuerna con Downey, y qué decir de Samuel L. Jackson como Nick Fury.

La primera me encantó; a esta como que le faltó algo... pero no he decidido qué. Cuatro palomitas.

martes, 18 de mayo de 2010

Robin Hood


¡Cómo no me iba a encantar este nuevo Robin Hood! No sólo se trata de la más reciente cinta de mi actor favorito, el guapísimo Russell Crowe, además es dirigida por Ridley Scott, uno de los mejores directores hollywoodenses que anda por ahí.

Robin Hood es una cinta que a lo largo de poco más de dos horas nos cuenta cómo un arquero cualquiera, al servicio de Richard Lion Heart, deserta del ejército y regresa a Inglaterra, para encontrarse con su pasado y con su destino. Esta "nueva" versión del héroe encapuchado más antiguo de la historia no podía dejar de cautivarme por el mensaje político que lleva bastante explícito: el héroe es hijo de uno de tantos locos ingleses que, escapando con todas sus luces de la edad media, pensaba que la gente debía ser libre por ley. Como es obvio, a final de cuentas al rey de turno no le agrada la idea y ergo, nuestro héroe se convierte en un forajido, lo cual ocurre al final de todas sus aventuras, invitando a una segunda parte con el provocador final: "An so the legend begins".

Entre tanto, la cinta es entretenida, tiene un ritmo ágil y una fotografía excelente, los paisajes ingleses que retrata se antojan idílicos, el vestuario y las caracterizaciones están maravillosos, y sólo para variar aún más, Lady Marion, interpretada de forma genial por Cate Blanchett, es toda una amazona, dueña de sí misma y muy inspiradora. La música estuvo a cargo de Marc Streitenfeld, a quien conocimos en A Good Year, es buenísma.

Cinco palomitas. Sí, la vería una tercera vez en tanto sale en DVD.