miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las sabe


La vemos sentada en el borde de la piscina. Abraza sus rodillas y mira la luna reflejada en el agua quieta. Es un agua oscura, como sus ojos, pero no lo notamos en medio de esa penumbra. La vemos pensar: frunce el ceño. Podríamos hacer un esfuerzo y escuchar, más allá de la quietud de la noche, de los insectos cantores, qué está pensando. La vemos pensar y con un poco de imaginación, la escuchamos. Pero no la escuchamos: sabemos. Sabemos que está pensando que sabe que hay muchas formas de romper un corazón. Sabe que sabemos que las ha probado todas. Quizá las haya inventado. Las sabe. Uno de sus suspiros rompe el silencio, como un cristal. La vemos rodar, precipitarse al fondo de la piscina. Sabemos que sabe que como Virginia, sus bolsillos están llenos de rocas. La vemos morir. Sabemos que sabía, aunque en realidad, nunca sabes.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Instrucciones para aparentar (con pericia) no ser una soltera desesperada*.

*Si usted es un soltero desesperado, póngalo de inmediato en su estatus en redes sociales y espere.

1. Asegúrese de ser una soltera desesperada. El primer síntoma es no haber tenido una cita, un novio o sexo casual en más de seis meses. Normalmente a los cuatro comienza a ser evidente. Note que a los doce ya es usted un caso clínico y necesita ayuda profesional, o tal vez necesita seguir las instrucciones para curar el mal de amores.

2. El propósito de aparentar no estar desesperada es aparentar lo contrario, es decir, que es una mujer feliz y dueña de sí misma, lo cual le permitirá encontrar una relación estable, o por lo menos una tan estable que le permita a usted decir en voz alta que ni es soltera, ni está desesperada. Antes de aventurarse por los terruños de la estabilidad, tal vez querría seguir las instrucciones para tener una decepción amorosa, o bien las instrucciones para amar a alguien sin ser correspondido. Recuerde que la vida es corta: decida sabiamente.

3. Tenga en mente que lo que usted busca no es amor, sino aparentar que no está desesperada. Comience aparentando que se alegra por las relaciones de sus amigos, especialmente los más cercanos o los que recientemente han encontrado una relación. Jamás diga en presencia de nadie: “ojalá eso me pasara a mí”. Guárdese sus opiniones, malas caras y pucheros lo más que pueda.

4. Nunca aventure un comentario desesperado a sus conocidos, pero haga partícipes a sus amigos cercanos. Pídales que le inviten cuando el plan incluya mucha gente, por ejemplo, salir a restaurantes o al cine. Evite encuentros sociales etílicos, a menos que busque un encuentro casual, en cuyo caso usted necesita una cerveza y no estas instrucciones. Sea sociable.

5. Tenga un tema de conversación, pero no se exceda. Recuerde no mencionar su situación sentimental: sus sentimientos no son tema de conversación entre grupos grandes, al menos no con usted presente. Evite también las opiniones demasiado apasionadas, en especial sobre temas polémicos. Recuerde: a nadie le gusta la gente intensa.

6. Si conoce a alguien interesante, invítelo a salir. No sea tímida: la proporción de hombres en relación a la cantidad de mujeres disponibles no da como para ser pudorosa. Además, se supone que usted es feliz y dueña de sí misma. Atrévase.

7. Tenga citas, aun cuando las ofrezcan hombres que usted normalmente no tendría en consideración para salir. La idea es que sea usted vista en compañía. Nada es más apetecible para un hombre que una mujer que está ocupada. En una de esas deja usted la soltería y puede dejar de estar desesperada.

8. Si hace uso de las redes sociales, nunca mencione abiertamente que está desesperada. Sea discreta, de lo contrario, la gente le tendrá lástima y no faltará quien desee invitarle una cerveza, como explicamos en el punto 4.

9. Pruebe hacer nuevas actividades. Deportes y artes son adecuadas. Tal vez descubra en usted un nuevo talento. Conocerá gente interesante. Seguramente usted no encontrará así al amor de su vida, porque hay instrucciones precisas que señalan que no es así, pero al menos le dará el aire. La palidez no es atractiva.

10. Manténgase ocupada. Entre más tiempo invierta en realizar actividades, menos tiempo tendrá para estar desesperada. Recuerde siempre fingir felicidad: tal vez en algún momento usted acabará por convencerse a sí misma y será feliz, y le resultará verdaderamente atractiva a alguien que, seguramente, está dispuesto a hacerla dejar la soltería.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Cualquier cosa (V)

Primera parte.
Segunda parte.
Tercera parte.
Cuarta parte.

Finale

Abrazada por la oscuridad, sabe que él duerme a menos de medio metro de ella. Siente el peso de su cuerpo sobre el colchón. Escucha que respira tranquilamente. Siente que su perfume la envuelve. Yace ahí, a su lado, profundamente dormido, indefenso, ignorante de que temprano ese día, ella ha decidido matarle. Lo haría con su propia almohada. La pondría sobre su cara para evitar que en la sombras de la oscuridad, él adivinara que la mano de su asesino es justamente su pequeña, delicada y amorosa esposa. Pondría todo su peso sobre él, y esperaría sin decir nada, sin hacer ningún sonido, a que él se ahogara. Luego volvería a acomodar su almohada y se daría la vuelta para seguir durmiendo. En la mañana pensaría qué hacer con el cuerpo. En la mañana sabría si se atrevió o no. En la mañana estaría segura de que fue por amor.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Si yo fuera

Si yo fuera tinta, sería indeleble.
Ni con lágrimas sobre el papel,
ni con tiempo, ni en silencio
podrías callarme.

Si yo fuera indeleble, sería inolvidable.
Tal vez no sería mi nombre,
ni en mi nombre, pero
tendrías que pensarme.

Si yo fuera inolvidable, te arrepentirías.
Recordarías las lágrimas,
y la distancia, el dolor
habría de matarte.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Terremoto 1985


Recordamos el Terremoto de 1985 en Ciudad de México, no para revivir la tragedia, sino para darnos cuenta de que podemos vernos a los ojos y reconocernos como uno.

Le he preguntado a mucha gente qué es lo que vió, qué es lo que vivió. Lo viven otra vez conmigo. Lo más significativo que me cuentan es el silencio. Y luego los edificios cayendo, los vidrios rotos, los gritos y llantos.

Un tío fue brigadista en el Centro. Dice que aquello apestaba a muerto y a tristeza. Cuenta que a mucha gente no la pudieron sacar. Se la llevaron entre los escombros.

Un compañero de trabajo de mi tía tuvo que ir al Parque del IMSS a buscar a su familia. Cuenta que el Parque estaba lleno de cadáveres, en las gradas, en todas partes. Miles de cuerpos en bolsas, esperando.

Mi tía abuela iba en su coche a dejar a su hija al Cultural. Iban tarde. Sobre el puente de Taxqueña y Tlalpan, ahí les tocó el primer sismo. Les tocó ver como un hotel se desplomaba sobre la escuela. Muchas niñas perdieron la vida.

Mi tío iba a su oficina circulando por viaducto, viendo cómo se desplomaban los edificios en la Colonia Roma.

Mi tía vivía en el 7o entrepiso de un edificio junto al Viaducto, del lado donde casi no pasó nada. Los vidríos se quebraban, no podían bajar, todo brincaba, cuenta que era impresionante. No supieron qué estaba pasando, hasta que lograron llegar a Coapa a casa de mi abuela y escucharon el radio. Mi tío se fue a su oficina en la Del Valle, para organizar una brigada de ayuda.

Una amiga de mi tía se unió a las labores de rescate en la Roma, buscando también a sus tíos. Encontraron a su tía y sus primas; su tío murió de un infarto. Pese al dolor, se quedaron a tratar de ayudar a más.


Ese día no hubo héroes anónimos: los héroes fueron nuestros padres, nuestros amigos, nuestros vecinos.


Otro tío iba a trabajar en metro al Centro. Cuando acabó el sismo, los dejaron bajar, y se ofrecieron camiones para llevarlos. Los camiones no pudieron pasar. La gente se bajó para ir caminando, desde General Anaya hacia el Centro. Nadie sabía qué estaba pasando, hasta que recorrían Tlalpan a la altura de Portales, se dieron cuenta de la magnitud de la tragedia. Él se puso a buscar un teléfono para asegurarse de que mi tía estaba bien. Luego, fue a tratar de ayudar, pero no los dejaban pasar.

Un conocido de mi madre se fue de voluntario. Estuvo trabajando en un edificio que recuerda particularmente. Encontraron a una familia. Habían muerto. El padre los abrazaba a todos. Fue triste y conmovedor.

La hermana de mi abuelo vivía en Coyoacán. Miraba por la ventana cómo el edifico frente ella se desmoronaba. No hubo sobrevivientes.

Mi papá tuvo un colega que pasó muchos días enterrado bajo un CONALEP. Cuando había temblores, se aferraba a una columna, gritando aterrorizado, como mucha gente que vivió el Terremoto.


¿De veras se necesita una tragedia para hacernos ser héroes de nosotros mismos?


Una amiga de mi madre iba en el metro. Dice que se movía como un gusano, no había de qué agarrarse. Cuando se detuvo finalmente, pudieron bajar y caminaron por las vías hasta que llegaron a una salida de emergencia.

Mi tía abuela era enfermera en el Centro Médico. Se quedó colgada de una escalera cuando todo se vino abajo. Cuando lograron bajarla, la enviaron a atender a los heridos que sacaban del metro. Ni tiempo para reponerse del shock. Dice que del metro salían heridos con víceras reventadas, huesos fracturados, todos en el jardín frente a los restos del Centro Médico.

Conocí a una mujer que contaba que ese día, acababa de mandar a sus hijas a la escuela, al Cultural. Mientras la tierra se movía, y contra todo sentido común, corrió a la azotea de su edificio, desde donde se veía la escuela. Dice que no se veía nada. Sentía el polvo en la nariz y no podía respirar. No podía ver qué había pasado con la escuela. Empolvada, angustiada y temerosa, salió de su edificio para correr hasta sus hijas. Afortunadamente, las encontró con vida.

Un amigo de mi madre estaba en el Hotel Regis. Salió a desayunar temprano, para ver, con horror, cómo se desplomaba el edificio.

El papá de una amiga ayudó a las labores de rescate en el Centro. Cuenta que había lugares que apestaban a muerte... Cuenta también que había lugares en donde sus pies chacualeban en sangre.

Recuerdo la historia de un profe: andaba por la Roma, se bajó de su coche y se puso a tratar de ayudar, como todo el mundo. Removiendo escombros, de pronto encontraron a un hombre. Al tratar de sacarlo de los escombros, les dijo: "no, esperen... mi hijo". Le ayudaron a sacar al niño. Mi profe lo recibió. Estaba muerto. Dice que eso cambió su vida. Ahora dirige una ONG que ayuda a niños de la calle.

Durante el segundo sismo, el único canal que se veía era el 3 de Puebla. Estabamos en Coapa. Vivíamos en el 2o piso de un duplex, pero no había manera de bajar, todo se movía. Los Scouts hicieron recorridos para recomendar que no prendieran velas, por las fugas de gas.

A pesar de la tragedia, fue un lindo día: la gente salió a las calles a tratar de ayudar a otros. Fue esperanzador.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Instrucciones para mantener distancia en una relación a distancia*

*El fracaso de la autora no indica el fracaso del método.

1. Siga las instrucciones para enamorarse. Póngase un reto interesante: el objeto de su afecto no debe tener más inconveniente para estar con usted que la distancia. Los casados y/o involucrados en una relación, en realidad no son un reto, porque la razón para mantener su distancia está a la vista. Elija cuidadosamente.

2. Asegúrese de que el objeto de su afecto viva a una distancia prudencial. Si usted puede llegar a casa de su otro significativo en trasporte público, este método no le servirá.

3. Asegúrese de que sabe muy bien cómo encontrar al objeto de su afecto a toda hora. Sus horarios de conexión a las redes sociales son importantes. Esto le servirá para establecer la relación. Recuerde, lo que usted quiere es la relación y la distancia. Cultívelas.

4. Mantenga conversaciones telegráficas durante el día. Pregunte qué está haciendo. Muestre interés, pero no sea entrometido. Nunca hable del futuro más que en términos hipotéticos. Esté presente siempre. Sea un vivo recordatorio de la relación y de que la distancia, por el momento, es un obstáculo.

5. Cuando hable con el objeto de su afecto, haga comentarios que lleven implícito el deseo de verle en persona. Si puede hacer que el comentario implique no sólo el deseo de verle, sino además verle pronto, logrará mayor efectividad. Es importante que nunca haga estos deseos explícitos, ni que establezca una fecha o un plazo. Usted no debe sentir la presión de que ese momento llegue, y su otro significativo no debe sentir que el momento se acerca.

6. Perfeccione sus técnicas de stalkeo. Recuerde: usted necesita motivos para mantener su distancia, pero también para mantener la relación. Si usted nota algún comportamiento fuera de lugar, o que indique que el objeto de su afecto coquetea descaradamente con alguien, termine la relación y siga las instrucciones para curar el mal de amores. Recuerde: una relación implica exclusividad, no importa que sea a distancia.

7. Si en cambio nota una falta de interés, haga drama. Tómeselo personal. Reclame con justa razón. Pregunte al objeto de su afecto por qué su vida no gira en torno suyo. Cuestiónele duramente. Si luego de uno o dos de estos dramas usted ahuyenta al objeto de su afecto, sabrá que no era la relación a distancia ideal para mantener la distancia.

8. Si en cambio, el objeto de su afecto sigue ahí, evite El Tema. El Tema consiste en “cuándo nos vamos a ver”. Usted puede capotear con elegancia el asunto arguyendo cuestiones de trabajo y/o dinero, pero si El Tema termina por ser inevitable, tendrá que hacer una de dos cosas:

9. Tome distancia. Cambie sus rutinas y, sobre todo, sus actitudes. Llegará el momento en que el objeto de su afecto perciba que le está perdiendo y querrá regresar al status quo anterior. Si usted puede mantener un ciclo interminable perpetuando esta situación, habrá logrado el éxito en mantener distancia en su relación a distancia.

10. Si por el contrario, El Tema le ha obligado a dar una fecha y un plazo, resígnese. En breve tendrá que darle la cara al objeto de su afecto y, con un poco de suerte, tendrá que seguir las instrucciones para amar a un hombre o entender a una mujer, y resignarse a ser feliz.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Pensé

Sad window, sad view, Jan Worden.

Pensé que pasaban las horas sólo porque seguía sola y no estabas aquí. Pensé que quizás el tiempo no pasa si lo paso pensando en ti. Pensé que tal vez pensabas que no te extraño ni te necesito. Pensé que no sé qué piensas. Nunca lo has dicho. Pensé que no llevamos en realidad mucho tiempo juntos. En realidad lo que importa no es el tiempo, pienso, sino lo que compartimos. Pensé que tenemos en común las palabras. En realidad sólo algunas, pienso, porque de tu “venís” a mi “vienes” hay un mundo de diferencia. Pensé que a pesar de esa diferencia, compartimos cosas. La música, el silencio, el pan y, sí, la prosa. Pensé que somos compañeros de las palabras y las cosas. Hay palabras que nos distancian, pienso, pero hay otras que nos juntan. Pensé, después de todo, que “te amo” aquí y allá es la misma cosa.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Nuestra Boda

Recién casados.
La maquilista me quedó mal, y tuve que peinarme y maquillarme con la ayuda de una amiga. La florista se olvidó del boutonnière de Rubén, mi tía y el lazo llegaron tarde, mi mamá mandó a mi papá a entregarme con el saco desabotonado, y una lista más o menos larga de percances más, en realidad nimios, ocurrieron el día de nuestra boda. Y pese a ello, creo que nunca había ido a una boda en la que me divirtiera tanto.

También pensé que iba a estar mucho más al pendiente de las nimiedades que de disfrutar el momento. O que estaría tan emocionada que lloraría todo el tiempo. Pero no: la verdad es que ni siquiera cuando el cursi, encantador y pinche Rubén leyó los votos que escribió para mí, ahí, frente a toda esa gente (la mayoría de la cual veía por primera vez), me ganaron las lágrimas, aunque estaba tan conmovida que ganas no me faltaron. En vez de eso, disfruté cada minuto, desde que salí con el vestido, lista para encontrarme con él para la sesión de fotos, hasta que volvimos a la habitación del Hotel Ancira (donde celebramos la fiesta y nos hospedamos) a descansar un rato. Todo, todo, todo, fue de cuento de hadas. Todo el tiempo sentí que estaba jugando, como cuando era niña y junto con mis primas jugábamos a ser “grandes”, y me divertí como nunca.

También pensé que a lo mejor un poco de distancia/tiempo me daría perspectiva para no tener una visión tan romántica de esos momentos. Pero no: a un mes sigo teniendo la misma sensación de que fue maravilloso, único e irrepetible, y si tuviera que vivirlo otra vez lo haría exactamente igual. (Quizá de eso le tengo que agradecer a Delia que estuvo ayudándome de cerca con todos los preparativos y además nos tomó las fotos). Tal vez el truco es ese: no presuponer nada, porque a fin de cuentas uno nunca sabe cómo va a sentirse o a reaccionar, hasta que las cosas pasan.

Y sigo pensado que fue la mejor boda.

martes, 11 de septiembre de 2012

En mi pueblo

De la Puna, Rubén Daltoé, 1965-1975.
Era una anciana que llegó al pueblo caminando. Fue hace tantos años, pero aún la recuerdo entrando en la plaza, cantando. Enredada en un rebozo, el pelo cano suelto al viento. En las manos arrugadas un bastón y la memoria de que algún día fueron hermosas. Le preguntaron de dónde venía, como si no se le notase en el rostro devastado. Le preguntaron a dónde iba, como si no la delatase la mirada de niña. Lo importante no era adónde iba, ni de dónde venía, sino quién solía ser y si amó algún día. Lo importante era el amor que le quedó en el cuerpo. El que no entregó. El que quedó incierto. Todavía puedo verla respondiendo sonriente: “soy de quien me amó, y a su encuentro me apuro”. Y así, apurada, dejó su alegría en la plaza de mi pueblo, y se fue a buscarlo. Ojalá lo haya encontrado.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Vamos a ser poesía


Te leo de día,
para encontrarte,
para sentirte
tomando mi mano,
para recordarme como siempre fui: tuya.

Te escribo de día,
para que calles,
para que me sientas
cerca de tu pecho,
para que me escuches con la piel y las manos.

Te leo de noche,
para dormirme,
para no dejar de imaginarte
esos ojos de sol,
para soñarte como si fueras mío.

Te escribo de noche,
para que me sueñes,
para que despiertes
con mi nombre en los labios,
para que amanezca mi risa en la luz de tu ventana.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Niebla


Esa mañana, la niebla era tan densa que se le metía en los ojos y podía mirar solamente un par de metros más adelante. Una llovizna ligera cubría toda la ciudad y el viento helado le hablaba de lo pequeña que era su alma dentro de su cuerpo. De lo poco que dejaba asomar entre sus párpados, para que la gente no adivinara ni sospechara nada. ¿Sospechar qué? Que por dentro tenía miedo. Que tenía dudas. Que le dolía el pedacito de alma que le quedaba. Entre la bruma, un hombre se le acercó. Un viejo cojo y desdentado, que se ayudaba con una muleta. Le sonrió con su boca desnuda. “Qué hermosa”, dijo, y como percatándose de su atrevimiento, añadió, “disculpe usted, es que tiene una mirada hermosa”. Sus ojos otra vez se llenaron de la misma niebla que se tragó al viejo desdentado, bajo las ruedas del colectivo.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Me hubiese gustado


Me hubiese gustado llegar a esa cita que tenías con la luna. Mirarte sentado en el tejado, con el gato negro en el regazo, y sin hacer ruido acercarme despacio. Me hubiese gustado estar ahí, en silencio, mientras tú y el gato le cantaban a la luna. Fumarme un cigarrillo y escuchar lo que nunca pudiste decir. Me hubiese gustado estirar la mano lo suficiente para rozar la tuya. Sentir la tibieza de tu piel y que supieras que yo también. También te esperaba. También te extrañaba antes de conocerte. También estaba pendiente de tus parpadeos. Me hubiese gustado romper el espejo con mis manos. Mirar las cicatrices y amar las heridas. Hacerte saber que sabía que eras tú y era yo, de otra manera. Me hubiese gustado encender la luz de tu mirada. Y es que la luz al final del túnel es la de tus ojos. Todavía. Siempre.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tal vez



Tal vez seré la huella de la lluvia y tus lágrimas en un charco.
Quizá sólo tus lágrimas sin voz.
Tal vez seré tu voz cuando ya no te quede nada por decir.
Quizá sólo el sonido sin lugar y sin camino.
Tal vez seré tu camino cuando ya no tengas adónde ir.
Quizá sólo la brecha que se pierde entre la hierba, sin muro que la detenga.
Tal vez seré el muro en el que te romperás los puños.
Quizá sólo la fuerza de tus manos sin caricias y sin rosas.
Tal vez seré la rosa de todas tus espinas.
Quizá sólo la última espina en tu corazón.

Pero siempre, siempre te amaré.