Perder el tiempo es, como hemos dicho, característicamente humano. El hombre moderno ha perfeccionado este arte casi al punto de la excelencia, enseñándolo desde muy temprano en la vida. Con suerte, será tan asimilado a los hábitos y costumbres que pasará totalmente desapercibido, y sus practicantes alcanzarán un estado de iluminación propio de los guerreros y expertos en artes marciales, que son capaces de suspender el juicio y actuar. Pero en el caso de perder el tiempo, es de vida o muerte no tener en mente que en realidad esta práctica no es de vida o muerte.
¿Qué debe hacer usted para perfeccionar el arte de perder el tiempo?
- No haga nada. Pero sea consciente de que no es consciente de que está perdiendo el tiempo. De otra forma, el propósito de la práctica se pervierte totalmente.
- Busque individuos que destaquen en esta práctica y obsérvelos. Una persona que pierde el tiempo con éxito, suele ser una persona que no se percata de que lo pierde.
- ¡Platique! Es una de las formas más fáciles para iniciarse en esto de perder el tiempo. Busque en especial la polémica con gente que siente que tiene todo que perder si no logra convencerle de que tiene razón. Recuerde que el propósito de usted no es convencerlo de nada, ni dejarse convencer, sino todo lo contrario. Las madres, las personas en algún cargo de autoridad, los políticos y los físicos son muy buenos para iniciar esta práctica.
- Vea televisión. En sí misma, la actividad es provechosísima para perder el tiempo, pero si se descubre disfrutando de la programación, cambie el canal inmediatamente: el canal del Congreso, el Weather Channel o los canales de Noticias son especialmente buenos para perder el tiempo exitosamente.
- Evite leer o hacer deporte, en la medida de lo posible. Lo primero es una actividad peligrosa, ya que la lectura puede provocarle el tener ideas y la gente con ideas nunca pierde el tiempo. La segunda también es una actividad contraindicada, porque la gente que hace deporte es consciente de su cuerpo y acaba por ponerse metas, lo cual es malísimo para el cultivo de la pérdida de tiempo.
Finalmente, esmérese. Pero tenga presente que no debe tener la meta de perfeccionar el arte de perder el tiempo. Sencillamente, ¡piérdalo!
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