lunes, 29 de agosto de 2011

A dos voces

Tanto tiempo esperándote y para besarte sólo tenía que mirar al norte e imaginarte.


Tanto tiempo esperándote y para quererte sólo tenía que volver al sur.


Tanto tiempo soñándote y estabas ahí, escribiendo para que pueda encontrarte.


Tanto tiempo escribiéndote, pensando que eras un sueño, cuando en realidad ahí estabas.


Olvidémonos del tiempo, seamos ahora en cada verso.


Olvidémonos de la distancia, seamos caricia en cada mirada.


Ni el tiempo ni la distancia nos separan si siento que me acaricias al escribir cada palabra.


El tiempo y la distancia son nada si siento que te tengo entre la piel y el alma.


El tiempo y la distancia dejaron de importar cuando supe que eras tú la que tanto esperaba.


Yo ya te esperaba, aún sin saber que eras tú.


Yo ya te soñaba, sin saber que eras tú la dueña de mis palabras.


Yo ya te leía desde el alma, antes de que escribieras nada.


Yo ya te escribía antes de saber que así llegaba a tu alma.


Yo ya te quería, antes de que siquiera lo imaginaras.