viernes, 19 de agosto de 2005

La abuela de mi abuela


La abuela de mi abuela se llamaba Enedina. Era una niña bien, hija de un hacendado veracruzano, y se casó convenientemente con un hombre que pudo darle el mismo nivel de vida que su padre. Tuvieron quince hijos y fueron felices, hasta que la Revolución les arrancó hasta la vida.
Me imagino a mi tatara abuela de joven, peinada con un chongo, vistiendo esas enaguas tan bonitas, pero incómodas, sentada en la sala de la casona de sus padres, bordando pañuelos. Me imagino su emoción cuando llegaba el correo. Habría entre los paquetes y las cartas toda clase de misivas, dirigidas a sus padres, a sus hermanos. Me imagino que tal vez, escondida entre todas ellas, habría una carta, guardada en un sobre pequeño, perfumada de jazmines y dirigida a ella.
La imagino tomándola entre sus manitas y corriendo a los jardines de la hacienda en Tantoyuca, para esconder el rubor de sus mejillas mientras rasgaba, con mucho cuidado, el sobre en cuestión. Me la imagino sacando las dos páginas mientras el corazón se le sale por la boca, y la puedo ver desdoblando el papel y mirando aquella caligrafía perfecta de su amado. La veo esbozar una sonrisa enorme mientras lee cada una de las palabras impresas e imborrables en el papel, y es casi imposible no imaginar que al final, la lleva con sus dos manos hasta su pecho y suspira, antes de leerla otra vez.
Me pasa casi lo mismo con el e-mail: enciendo mi PC en las mañanas, y luego de ingresar mi login y password, la emoción me domina mientras espero el correo electrónico del "significant other". Me detengo a leer cada línea con ciudado, sonriendo para mí misma, tratando de imaginar qué cara hacía mientras lo escribía, y qué estaría pensando cuando añadía esos simbolejos extraños que deben decirnos algo [=), por ejemplo].La diferencia es no la tengo en mis manos. No puedo echármela al bolsillo para sacarla más tarde, en soledad, y releerla una y otra vez, y no puedo adivinar los rasgos de su caligrafía, ni percibir su aroma cuando la desdoblo. Algo tan personal, como un email, debería ser capaz de existir más allá de los ceros y unos del lenguaje binario...