Fue muy impresionante escuchar a unas 55 mil personas corear canciones como Mrs. Vandebilt, Eleanor Rigby, Band on the run, Ob-la-di, Ob-la-da, I’ve just seen a face, Back in the USSR, y tantas otras. Pero hubo tres que fueron mis favoritas: cuando nos contó que, de chiquillos, él y George practicaban una rola de Bach en la que Paul siempre se equivocaba y que acabó convirtiéndose en la intro de Blackbird; cuando sacó un pequeño ukulele rojo y cantó Something para su amigo George, y cuando hiló, como sólo a Paul se le podía haber ocurrido, A Day in the Life con Give peace a chance, y claramente nos acordamos de John, en especial en los años en los que se dedicó con tanto ahínco a promover el alto a la guerra de Vietnam. Aquí una probadita de la que fue de mis favoritas:
El más increíble encore fue sin lugar a dudas Helter Skelter, esa increíble pieza de rock pesado que es emblemática del Álbum Blanco y que provoca brincar y gritar. Memorable.
Mañana: Al final...
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