jueves, 3 de junio de 2010

Up And Coming 4

Para cuando los primeros acordes de Venus and Mars se escucharon, la gente ya estaba bastante en ambiente, y escuchar a Paul saludarnos “¡Hola chilangos!” fue llegar al borde de la locura. Se siguió con Jet y luego All my loving y Drive my car, que nos hicieron cantar y gritar a todos. Paul dejó aquel bajo hoffner que es uno mismo con él y se sentó al piano a tocar para nosotros The Long and Winding Road, y Nineteen Hundred And Eighty Five. Antes de empezar con My Love, en una interpretación que de verdad fue única, nos dijo: “Hice esta canción para Linda; hoy la dedico a todos los enamorados”. Para seguir con toda la vibra al tope, Paul nos dijo que estaba encantado con las lucecitas de encendedor que acompañaban el ritmo de su música, e improvisó algo que iba así:



Fue muy impresionante escuchar a unas 55 mil personas corear canciones como Mrs. Vandebilt, Eleanor Rigby, Band on the run, Ob-la-di, Ob-la-da, I’ve just seen a face, Back in the USSR, y tantas otras. Pero hubo tres que fueron mis favoritas: cuando nos contó que, de chiquillos, él y George practicaban una rola de Bach en la que Paul siempre se equivocaba y que acabó convirtiéndose en la intro de Blackbird; cuando sacó un pequeño ukulele rojo y cantó Something para su amigo George, y cuando hiló, como sólo a Paul se le podía haber ocurrido, A Day in the Life con Give peace a chance, y claramente nos acordamos de John, en especial en los años en los que se dedicó con tanto ahínco a promover el alto a la guerra de Vietnam. Aquí una probadita de la que fue de mis favoritas:



El más increíble encore fue sin lugar a dudas Helter Skelter, esa increíble pieza de rock pesado que es emblemática del Álbum Blanco y que provoca brincar y gritar. Memorable.

Mañana: Al final...