Reí, grité, lloré, brinqué, canté, bailé. Fue la mejor experiencia, y lo mejor de todo es que fue compartida: tal vez hubiera sido más cómodo ver la transmisión desde casa, con una copa de vino y un bowl de palomitas, sin estar de pie las casi tres horas de concierto, sin empujones y apachurrones a la salida, sin estar, literalmente, cantando bajo la lluvia, sin el frío, sin la incomodidad, etcétera. Pero la verdad es que había que estar ahí: sentir la energía de toda esa gente que estaba realmente encantada y como hechizada por el gran Beatle, escuchar, aún no puedo superar la impresión, a 55 mil personas coreando las canciones de Paul y de los Beatles, el sólo hecho de saber que él estaba ahí, haciendo lo que hace, a sólo unos metros de distancia, todo eso hicieron que la experiencia valiera la pena.
Paul McCartney lleva haciendo esto toda la vida. Su padre era músico y le insistía en las lecciones de música, aunque él prefería tocar de oído, y desde los 14 años le entró la fiebre de la guitarra junto con toda su generación. Desde que tenía 15 y conoció a John Lennon toca en una banda, y literalmente tiene 53 años haciéndolo, y se nota, cada vez, que lo disfruta, se divierte y además lo hace muy bien. Además, como todos los Beatles, no ha sabido quedarse callado: le resulta imposible hacerse indiferente frente a todo lo que hay que mejorar en el mundo (Los Beatles siempre fueron y serán buena música y la intención de cambiar el mundo). Desde la década de 1990 es un vegetariano convencido y promotor de la causa de los animales no humanos, y se ha convertido en una de las caras más conocidas de PeTA. Uno de sus más recientes proyectos al lado de sus hijas Stella y Mary es Meat Free Monday, que promueve el vegetarianismo de un día, para de apoco tomar conciencia de cómo comer carne afecta nuestro medio ambiente.
Todo lo que tiene que ver con Beatles me encanta, seguramente, insisto, porque en mi otra vida fui una groupie que los siguió y acosó con fervor… bien, la verdad no sé quién fui en mi vida pasada, y no sé por qué su música y su historia son cosas que me mueven fibras profundas, pero lo que sé es que me encanta que tuve la oportunidad, dos veces en la vida, de ver en vivo a Paul McCartney, que es la next-best-thing luego de los Beatles, pero que por mérito propio ha sido de las mejores experiencias de mi vida.
Hace 8 años.
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