
En realidad, Lost es una serie totalmente diferente a lo que se había visto hasta ahora. No es totalmente un drama, ni una comedia, ni un thriller; sus personajes protagónicos presentan los claroscuros de la personalidad humana (más allá de distinciones maniqueas de ‘bien’ y ‘mal’); está realizada de forma excelente (basta ver el capítulo I, donde se estrella el avión); y la trama es muy impredecible, lo cual la llena de sorpresas. Toda una experiencia postmoderna.
¡Ya urge ver la segunda temporada!
NOTA AL PIE: Wentworth Miller debió ser el mejor actor de serie dramática...
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