martes, 23 de mayo de 2006

The Da Vinci Code II

El Código DaVinci es una historia acerca del poder. Lo que ocurre al rededor de este fenómeno humano inevitable es nada más que un accesorio dentro de la creación de Dan Brown. ¿Quién mejor que Michel Foucault para hablarnos de poder?

En principio, el poder no es algo que sea monopolizado por uno o algunos. Aunque no está democráticamente repartido, todos tenemos algo de poder. Sea el dinero (Teabing), el saber (Langdon), la fuerza bruta (Silas) o la ley (Fache), todos tenemos algo que nos sirve para hacer que otros actuen de la forma que queremos... eso es poder...



Para este pensador francés, "estamos sometidos a la producción de la verdad desde el poder y no podemos ejercitar el poder más que a través de la producción de la verdad". A pesar de que suena a acertijo, es sencillo: quien crea, inventa, hace La Verdad, ejerce el poder a través de ella. En El Código, es claro el ejemplo: la Iglesia, en el Consejo de Nicea crea una verdad y a través de ella ejerce, y ha ejercido, su poder.

Además "la ‘verdad’ está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política... ; es objeto bajo formas diversas de una inmensa difusión y consumo...; es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero sí dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos (universidad, ejército, escritura, medios de comunicación); en fin, es el núcleo de la cuestión de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social". El tema del libro, como vemos, es la cuestión del monopolio de la Verdad, porque se entiende que ésta es la fuente de poder. Sea el conocimiento científico (Langdon, Teabing), la ley (Fache, Collet), la fe (Aringarosa y Silas), o bien una versión alterna de La Historia (El Priorato), cada uno buscará instaurar Su Verdad, reproducirla, y defenderla hasta la muerte, de ser necesario.

Finalmente, "el poder no es principalmente mantenimiento ni reproducción de las relaciones económicas, sino ante todo una relación de fuerza… el poder es esencialmente lo que reprime. El poder reprime la naturaleza, los instintos, a una clase, a los individuos". Y sobre este particular debrayaré el día de mañana, en lo que digieren al densísimo Foucault.

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