Bajo la consigna de que se trata de "objetos reales, historias reales", esta exhibición ha estado en las principales ciudades del mundo y llegó desde junio a la ciudad de Monterrey, en donde he tenido oportunidad de alcanzarla (estuvo en el DF a finales del año pasado, pero por angas o mangas ya no pude ir a verla), y realmente está espectacular.
Dispuesta de una forma muy inteligente, la exhibición te lleva desde la Irlanda de principios del siglo XX, donde el barco fue construido, hasta su morada final en el Atlántico norte, donde Bob Ballard lo encontró el 1 de septiembre de 1985.
Además de toparnos con objetos como trozos de carbón, remaches del casco del barco, valijas, botellas de vino aún encorchadas, billetes, joyas, ropa, candelabros, cubiertos y vajillas, la exhibición cuenta con detalles fantásticos como un pasillo de primera clase, con música ambiental de la época, un camarote de tercera clase, los menús de la cena de la noche del accidente y los perfiles de muchos pasajeros, incluyendo a Don Manuel Uruchurtu, el único mexicano que, según sabemos, se hundió con el Titanic.
Otra cosa excelente fue poder tocar un trozo de hielo gigante, remembrando la punta de un iceberg, que da una idea de las temperaturas del agua que acabaron con cerca de 1500 vidas aquella noche de abril, y también una parte del casco.
Lo más increíble fue que, al inicio del recorrido, te entregan una tarjeta con los datos de un pasajero. Al final puedes checar la lista de pasajeros para averiguar si sobreviviste o no al hundimiento. Curiosamente, la mujer en mi boarding pass se salvó gracias a que Uruchurtu le cedió su asiento en el bote salvavidas.
(Haz click en la imagen para ver el detalle)
Muy emotivo. Está genial, ojalá tengan oportunidad de verla.
1 comments:
Esto está muy chido! Ojalá lo traigan para Guadalajara.
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