Lo que hace buena a una peli de ciencia ficción no son los efectos especiales ni las epopeyas espectaculares: es más bien la verosimilitud, la invitación a pensar que las condiciones de posibilidad de la historia existen en nuestro contexto.
A District 9 le sobra esta cualidad. De manera convincente nos lleva a través de una historia en la cual descubrimos qué pasaría si de pronto nos visitara una comunidad alienígena que se aparta de los cánones que el cine ha establecido para los aliens: o son malos, malos, malos, o buenos, buenos, buenos, y siempre listos y superavanzados. En esta historia, son más bien como la gente, siguiendo la regla del 80/20 (80% son bastante mediocres; 20% son muy inteligentes), y su tecnología, pese a ser distinta, tiene ciertos problemas.
Lo más impresionante es que el Sector 9 recuerda a los campos de refugiados que durante todo el siglo XX se extendieron por diversas partes del mundo, en especial en África y en Palestina. El trato que se le da al refugiado, su calidad de subhumano, se ve retratado en esta película de manera muy intensa. Me hace pensar, de nuevo, que en realidad los mostruos somos nosotros.
Esta es la primera cinta que Neill Blomkamp escribe y dirige, y aunque se han colgado del nombre de su productor, Peter Jackson, no cabe duda alguna de que hay que estar pendientes del trabajo de este director. Cinco palomitas, ¡no deben perdérsela!
Hace 8 años.
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