Basada en la novela de John Le Carré, esta historia de espionaje e intriga internacional tiene como escenario central Nairobi, y el personaje principal es la situación del África del siglo XXI: pobreza, SIDA, corrupción y desigualdad.
Justin y Tessa se conocen y se lanzan a una relación atropellada que termina en matrimonio, ya que él es un diplomático inglés enviado a Kenia, y su casamiento parece ser la única manera de estar juntos.
Tessa es una muchacha joven y rebelde, pseudo hippie e izquierdosa que no tiene reparo en luchar por sus ideales. A espaldas de su marido, ella descubre un complot internacional que le cuesta la vida. En su afán por descubrir lo que hay detrás de la muerte de su esposa, Justin se encuentra con la maraña de intrigas perpetradas por los gobiernos kenio e inglés y finalmente vuelve a Tessa, porque sabe demasiado.
La historia es bastante predecible, pero está llevada de una manera increíble. Las actuaciones de Ralph Fiennes y Rachel Weisz son excepcionales, y el manejo de cámaras, las locaciones, los diálogos, te envuelven en la trama, pese a que podemos suponer el desenlace desde el inicio.
Lo mejor de The Constant Gardener es la trama que se encuentra en el subtexto: cómo Justin va conociendo a Tessa a través de su lucha y a través del rompecabezas que arma a partir de su muerte, para descubrir al final que la amaba pese a todo y que justamente ella era su hogar. Es la forma más sublime de expresar amor.
¿Y el título? Tendrán que ver la película.
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