Hoy celebraré mi cumpleaños en un lugarcito de Coyoacán que se llama "Mesón Antigua Santa Catarina".
(Hay que aclararlo, porque más de un despistado me felicitó por adelantado: mis 26 primaveras no llegan sino hasta el domingo, a las 2:30 de la tarde).
Conocí ese lugar gracias a mi querido Charles, y me parece que he vuelto ahí miles de veces. Es un lugar muy apacible: por las tardes, sentarse en esa plaza acompañado de un buen café y de algún ejemplar grato (como La insoportable levedad del ser) me hace olvidarme de esta ciudad de locos y de todo lo que hay de malo en ella.
Pienso en ese libro, y vuelve a mí una de sus ideas fundamentales: la vida es un borrador sin cuadro. No hay posibilidades de saber qué decisiones serán más o menos afortunadas, porque tenemos que vivirlo todo a la primera.
¿Cuántas veces no me habré equivocado? ¿Cuántas más no lo he de hacer? Pero hay una verdad irrefutable: la vida no es examen, así que te puedes equivocar.
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