lunes, 19 de enero de 2009

Dalí: a 20 años del adiós I

Pintor, escultor, artista gráfico y diseñador. Bajo la etiqueta de extravagante y aún loco, es precisamente como se recuerda al genio español Salvador Dalí. De hecho, toda su vida cultivó la excentricidad y el exhibicionismo, de donde provenía todo su genio, según él afirmaba. Quizá una de las anécdotas más recordadas del artista español es el haberse presentado en traje de buzo a la inauguración de la Exhibición Surrealista de Londres en 1936. Su manejo exquisito de la técnica, que en el punto más alto de su carrera se combinaba con las formas delirantes del surrealismo, lo hacen uno de los más grandes artistas de la historia y del siglo XX.

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domenech nació el 11 de Mayo de 1904, en la provincia de Cataluña, España, en un pequeño pueblecito en la falda de los Pirineos llamado Figueras. Su padre era un reconocido notario, y Dalí pasó muchos de los veranos de su infancia en la casa de verano de la familia en la villa pesquera de Cadaques. En esta época, su familia fomentó sus intereses artísticos, y su padre se encargó de hacerle a su hijo un estudio en la casa de la familia, donde tenía todo lo que necesitaba, y sus primeros trabajos muestran su intensa devoción y amor a esta parte de España. Aunque estas obras tempranas eran de naturaleza impresionista, Dalí comenzó a experimentar con una gran variedad de estilos artísticos desde sus trece años. Su herencia catalana y su educación lo influenciarían a él y a su siempre innovador estilo artístico durante toda su vida. De su temprana educación católica, Dalí recuerda en sus memorias:
“…descubría el cubismo y me apasionaba por Juan Gris a través de los artículos de la revista ‘L’Espirit Nouveau’, a la cual estaba suscrito. Devoraba los libros. Después de asistir a las clases de los Hermanos de las escuelas Cristianas, había entrado en la de los maristas para seguir mis estudios secundarios. Pero al margen del programa, yo leía con pasión a Nietzsche, el Diccionario Filosófico de Voltaire, y sobre todo a Kant, cuyo imperativo categórico me parecía incomprensible y me sumía en profundas reflexiones. Rumiaba mucho tiempo sobre los textos de Spinoza y de Descartes. Acumulaba así buena cantidad de material especulativo y sembraba los gérmenes de reflexión profunda que un día debían constituir la base de mi metodología filosófica”.
En los años de 1920, Dalí ingresó a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Sus experimentos con cubismo le ganaron cierto reconocimiento entre sus compañeros, y en 1925 su padre arregló su primera exposición en Barcelona. En 1926, Dalí fue expulsado de la Escuela: una versión dice que fue por su excéntrico modo de ser. Él recuerda:
“Para contrastar todavía más con mi rostro delgado y oliváceo, llevaba una corbata de lazo. Mi atuendo lo formaba una blusa de marinero y unos pantalones anchos con bandas hasta las rodillas. Una pipa de espuma, cuya cazoleta representaba una cabeza de árabe de amplia sonrisa y una aguja de corbata montada con una moneda griega eran mis adminículos usuales. Mi atuendo causaba sensación y mi talento intrigaba”.
Una segunda versión, sin duda la más verosímil por ser la más estrafalaria, atribuye la expulsión de Dalí a rehusarse a tomar sus exámenes orales finales. Según esta versión, cuando se le pidió hablar sobre el pintor Renacentista Raphael, Dalí dijo que él sabía más del tema que sus examinadores, y se rehusó a completar los requerimientos. Dalí fue expulsado permanentemente y nunca recibió su grado formal en arte.

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