sábado, 17 de septiembre de 2005

Mexicana ¡y a mucha honra!



Hace poco comí con un amigo, y durante la plática de sobremesa me hizo un comentario que me ha tenido molesta por algún rato: "Es que tú no pareces mexicana".
¿Por qué me ha tenido molesta? Está bien: soy un poco más alta que el promedio, tengo una piel blanca y llena de pecas y lunares, el cabello claro y rizado, pero, ¿y eso qué? Vivo y sufro nuestra ciudad, pago mis impuestos, no me paso los altos, voto en las elecciones desde que puedo hacerlo, leo los diarios, respeto las leyes. ¿Sólo es que importa el color de la piel?
No se lo hice notar a mi amigo en ese momento, pero me parece que en realidad, lo que nos da identidad, como mexicanos, gringos, españoles, serbios o lo que sea, no está en el color de la piel, no es que 'parezcas' o no (vean nada más al morenazo sobrino de George W. Bush), tu identidad está más en tu cabeza que en otra parte.
Y pensando en eso que soy aunque poco parezco, que es mexicana (¡Y a mucha honra!), les paso este poema de Rabindranath Tagore. Sabemos todos que la exclusividad de las traducciones de la obra del poeta hindú a nuestro idioma es de la familia de Juan Ramón Jiménez, pero a mi hermano Amnael y a mí no nos convenció mucho la de éste, el poema 35 del Gintánjali, y aquí está nuestro intento:

Donde la mente no teme ser

Donde la mente no teme ser
Y la cabeza se sostiene en alto
Donde el saber es libre
Donde el mundo no ha sido fragmentado
por pequeñas e intrínsecas barreras
Donde las palabras brotan
de la profundidad de la verdad
Donde la lucha incansable
tiende sus brazos hacia la perfección.
Donde el claro caudal de la razón
no ha perdido su cauce
en las inmutables arenas desérticas
de la costumbre exánime
Donde la mente es por Ti empujada
hacía pensamiento y práxis infinitos
En ese paraíso de libertad,
Padre mío, haz a mi patria despertar.